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Aferrarse a creencias falsas: el sesgo en contra de la evidencia
El fenómeno de aferrarse a creencias falsas
Aferrarse a creencias falsas pudiese obedecer a varias causas. Una de ellas pudiera ser lo relativo a las percepciones, pues, es posible que seamos engañados y que nuestros sentidos no copien la realidad tal como se nos muestra, pues, al fin y al cabo, es más increíble aun lo que hay de real en la realidad.
Pero, en el caso de las percepciones, vemos que algunas pueden ser erróneas, así que será más sencillo adherirse a aquellas opiniones que simplemente vayan en el mismo tono de lo que ya hemos configurado en nuestra mente. Así, nos dejaríamos arrastrar por aquello denominado como sesgo de confirmación.
También podríamos ser víctimas del llamado efecto búmeran, es decir, todas las correcciones que podamos recibir solo van a dar fuerza a las creencias que ya tenemos, en lugar de modificar nuestras opiniones. Esto podría ser catalogado dentro de lo que se ha designado como razonamiento motivado.
Pues, al final, nuestra mente va a tomar como verdadero aquello que confirme lo que ya creemos, y solo tomará en cuenta esa evidencia. Es importante conocer muy bien de qué va esto del sesgo de confirmación, ya que nos facilitaría la vida para tomar decisiones y así pensarlo dos veces en lugar de ir por la primera opción.
Aferrarse a falsas creencias: un proceso doble
Las autoras Destéfano y Velásquez, en su investigación sobre las teorías de doble proceso: ¿una arquitectura de procesos múltiples?, ya han expuesto sobre la teoría de doble proceso, propuesta inicialmente por Greene y Haid.
Según esta teoría, habría dos procesos en marcha al momento de evaluar una acción. Así, tendríamos un proceso en el que participan las emociones y otro proceso que atiende más a principios de tipo utilitarista.
Nuestro cerebro es tan asombroso que, en su intento por adaptarse al mundo, selecciona toda la información que posee, incluyendo las correcciones, pero, lo hace para probar que los demás están equivocados y solo nosotros estamos en lo cierto.
Si todo juega a nuestro favor, y hay datos que lo corroboren, es más fácil divulgarlo, que en aquellos casos cuando la evidencia parece jugar en contra; en este último caso, ignoramos o rechazamos la información. Pues, después de todo, no es nada fácil tener que admitir que se estaba equivocado y que las creencias eran falsas, ¿o sí?
No importa si la evidencia que poseemos sea poca, igual la tendencia será la de desplegar opiniones con fuerza, y así, en ese eterno círculo, hay quienes deciden aferrarse a creencias falsas por siempre.
Un mecanismo perezoso que lo facilita todo
Una última explicación para dar cuenta por qué es más fácil aferrarse a creencias falsas que examinar la evidencia, es la posibilidad de que nuestro sistema o funcionamiento a nivel cerebral sea perezoso.
Y este sería uno de los motivos principales por el cual las noticias erróneas prosperen con tanto éxito. Nuestro cerebro, cargado ya sesgos o errores cognitivos, no quiere hacer tareas extras.
Por ello, la teoría del razonamiento motivado suele ser usualmente la ganadora en medio de los debates científicos.
De modo que, las motivaciones dan forma a la información que recibimos de manera que puedan encajar con las creencias, gustos y opiniones que ya tenemos. Con esto, llegamos a ignorar los datos o hechos, debido a todo lo que conlleva a nivel emocional, racional y decisivo.
En este sentido, el debate sobre lo heurístico y el sesgo cognitivo viene a confirmar que nuestros procesos cognitivos poseen limitaciones y, en situaciones que no conocemos, o frente a la incertidumbre, esa misma carencia de información hace que nuestro cerebro acuda a los heurísticos.
Es decir, a las reglas generales y con poca definición que poseemos y que funcionan como una especie de “atajo mental”, mediante los cuales damos solución a problemas complejos.