
Aprender a tolerar la incertidumbre
La vida es incertidumbre
La historia está llena de ejemplos de cosas buenas y malas que no vemos venir. Creemos muchas veces que ciertas cosas a nosotros no nos van a pasar, que no tendremos un accidente conduciendo, que cuando nos enamoramos es para siempre, que no contraeremos.
Es precisamente la dificultad para aceptar lo incierto lo que conduce a utilizar la preocupación como una estrategia de control.
Ante una situación, nos imaginamos todas las posibles eventualidades, con el fin de obtener una respuesta adecuada para cada una. De alguna manera, mantener la mente ocupada alivia la inquietud del «no saber».
Muchas personas para sobrellevar mejor la incertidumbre echan mano de futurólogos y pitonisas de todo tipo, con más o menos fiabilidad, ya que les ofrecen una vía de escape mental, pues es mejor pensar que algo sucederá (o no sucederá) para estar prevenidos, aunque luego estos augurios no siempre se cumplan.
Sin embargo, a pesar de proporcionar esta ilusión de control, sufrir por anticipado no varía la probabilidad real de que algo suceda.
Algunos de los comportamientos más evidentes de la falta de tolerancia a la incertidumbre son los siguientes:
- Evadir: mucho se habla de evadir responsabilidades, pero principalmente se trata de evitar realizar ciertas actividades, como por ejemplo conducir, ya que le provoca mucha incertidumbre y ansiedad no saber con exactitud un camino o todo lo que pueda suceder en el trayecto mismo, por ejemplo. También se incluye aquí el hecho de evitar a ciertas personas, lugares y situaciones.
- Revisar: se trata de revisar las cosas una y otra vez para asegurarse de que todo está siempre perfecto y no tiene errores. También incluye la necesidad constante de informarse de todo buscando certezas.
- Buscar alivio y seguridad: hay personas que se pasan el día preguntando a familiares, amigos o incluso desconocidos, la misma cosa una y otra vez, pues les da sensación de seguridad.