Cómo cultivar la autoconfianza para mejorar tu vida: una guía práctica

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¿Quién no ha sentido en alguna ocasión ese sudor en las manos por la sensación de miedo o inseguridad ante el pensamiento de no poder dar la talla en una presentación pública, un examen, una entrevista, una conversación importante o ante un nuevo proyecto laboral o personal?

Diríamos que esta circunstancia es un hecho inherente al desarrollo personal del ser humano. Generalmente, no solemos sentirnos seguros ante una actividad nueva, un proyecto nuevo, un lugar nuevo, e incluso, una relación nueva.

Nuestro instinto de auto protección ante la amenaza, que nos ha ayudado a evolucionar, nos está enviando señales. Una de ellas es un cierto nivel de incomodidad y desasosiego mental (puede tener varios niveles) que, si queremos superar, tendremos que gestionar.

Es sabido que un cambio (aunque sea positivo y pequeño), de alguna manera, es una amenaza a nuestros hábitos instaurados, a nuestras creencias y a nuestro sistema mental. Pensar y hacer algo nuevo, diferente, es un gasto de energía que nuestro cerebro tiende a evitar. « Si quieres lograr resultados diferentes, piensa y haz cosas diferentes« , Stephen Covey.

La economía cognitiva

La neurociencia ha demostrado que el cerebro humano tiene una tendencia natural a conservar energía y minimizar el esfuerzo mental siempre que sea posible. Esta tendencia se conoce como « economía cognitiva ». El cerebro está diseñado para buscar la eficiencia y priorizar la conservación de recursos, incluida la energía.

Cuando nos enfrentamos a la posibilidad de pensar y hacer algo nuevo o diferente, el cerebro a menudo activa una respuesta automática de resistencia y prefiere recurrir a patrones de pensamiento y comportamiento familiarizados y establecidos, ya que requieren menos esfuerzo mental. Estos patrones, conocidos como « sistemas cerebrales de rutina », están asociados con actividades que ya hemos dominado y automatizado.

Sin embargo, cuando nos aventuramos a pensar y hacer algo nuevo, como aprender una habilidad o adoptar otro enfoque en una situación, desafiamos estos patrones establecidos. Esto puede requerir más energía mental y esfuerzo, ya que implica formar nuevas conexiones neuronales y ajustar nuestra forma de reflexionar y actuar.

Sin embargo, es importante destacar que, aunque el cerebro tiende a preferir la familiaridad y la comodidad, también es increíblemente adaptable y maleable. A través de la práctica repetida y la exposición gradual a nuevas experiencias, podemos aprender a ser más flexibles y abiertos a la novedad.

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¿Qué tiene que ver la autoconfianza con todo esto?

Cuando alguien tiene una alta autoconfianza, tiende a enfrentar desafíos con más tranquilidad y resiliencia, y son mayores y de más calidad sus interacciones sociales y profesionales. Las causas por las que puedes sentir esta falta de confianza son muy diversas. Van desde un autoconcepto a revisar, de mensajes negativos internalizados de experiencias pasadas, por el miedo al fracaso o por un excesivo perfeccionismo.

Estas circunstancias pueden llevar a estándares poco realistas y a una constante sensación de insuficiencia. Ahora vamos a repasar las circunstancias en las que puedes sentirte inseguro/a, y que no son otra cosa que oportunidades de crecimiento personal desde el ensayo y error y el aprendizaje.

  • Nuevos desafíos: Cuando nos enfrentamos a algo desconocido o fuera de nuestra zona de confort, como comenzar un nuevo trabajo o participar en una actividad que nunca antes hemos intentado.
  • Comparaciones: Constantemente compararse con los/as demás puede minar la confianza en uno/a mismo/a, especialmente si percibimos que no estamos a la altura de los estándares.
  • Críticas y rechazo: Las críticas negativas o el rechazo pueden socavar nuestra autoconfianza haciéndonos cuestionar nuestras habilidades y valía.
  • Pasado traumático: Experiencias negativas en el pasado, como el acoso escolar o relaciones abusivas, pueden dejar cicatrices emocionales que afectan la confianza en uno/a mismo/a en el futuro. Si algo nos ha salido mal, o hemos presenciado como otras personas juzgaban a otras en ciertas actividades, podemos registrar esto en nuestro cerebro y experimentar también inseguridad.

« Confía en ti mismo. Eres más valiente de lo que crees, más talentoso de lo que sabes, y capaz de más de lo que imaginas”, Roy T. Bennett.

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La autoconfianza se puede trabajar con resultados tangibles

Al establecer metas alcanzables y trabajar diligentemente para lograrlas, uno/a comienza a acumular evidencia concreta de su capacidad y competencia. Cada éxito, por pequeño que sea, refuerza nuestra autoconfianza y nos proporciona una base sólida para enfrentar desafíos futuros. Además, al aprender de los errores y superar obstáculos, se desarrolla una mayor resistencia y determinación, lo que contribuye aún más a la autoconfianza. Claves para trabajar la autoconfianza:

  • Tener claro nuestro sistema de valores, como una columna vertebral a modo de guía vital, nos ayudará a actuar fiel a nosotros/as mismos/as, con confianza y aplomo.
  • Hacer un listado de tus fortalezas personales, aquellas en las que puedes apoyarte para equilibrar las debilidades, o supuestas carencias que crees tuyas, para afrontar o llevar a cabo lo que te propones o no tienes más remedio que hacer.
  • Establecer metas realistas y alcanzables, primero pequeñas y luego más ambiciosas, y trabajar hacia ellas, puede aumentar gradualmente la confianza en una/o misma/o a medida que logramos nuestros objetivos.
  • Cuidar de nuestras necesidades físicas, emocionales y mentales puede fortalecer nuestra sensación de valía personal.
  • Buscar el apoyo de amigos/as, familiares o un/a terapeuta puede ayudar a abordar las preocupaciones subyacentes que afectan la confianza y proporcionar perspectivas externas y aliento.
  • Identificar y desafiar pensamientos y creencias negativas automáticas relacionadas con los juicios, nos ayudará a cambiar patrones de pensamiento poco saludables.
  • Avanzar, paso a paso, a pesar del miedo y la inseguridad. Cada pequeño éxito es el alimento de la autoconfianza. Nadie nace sabiendo (ni a caminar, ni a montar en bici, ni ha dar un discurso, ni a hacer la primera cirugía abdominal, no a pilotar un avión comercial…). No podemos olvidar, además, que los éxitos están siempre relacionados con fracasos anteriores. Millones de historias vitales nos lo demuestran a diario.
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