
Dejar ir: Un proceso de cambio y liberación
Dejando ir
El “dejar ir”, casi siempre es un arduo proceso, aunque sucede de manera natural cuando una persona se percata de que una situación, conducta, persona u objeto ya no cumple con ciertas funciones, entonces se hace una revaloración cognitiva, decidiendo dar un paso adelante. Aunque “dar vuelta a la página de la situación” implique mucho esfuerzo, quizás el dolor de seguir en las mismas circunstancias o con la misma relación pueden ser más grandes incluso que los temores para actuar.
Puedes “dejar ir”: Recuerdos que te hacen daño, creencias limitantes, conductas, como hábitos no saludables o improductivos, un trabajo que no te satisface, las relaciones tóxicas, temores, las culpas, los “hubiera”, los rencores, incluso cosas que no utilizas y que pueden beneficiar a alguien más. A veces resulta más complejo “dejar ir” a las personas que amas pero que se fueron de alguna manera, aquellas que ya no quieren o pueden estar más contigo.
La negación bloquea tu potencial de cambio
Duele el desamor y la traición, por eso muchas veces las personas se aferran a las mentiras que les cuentan y que “ellos mismos se cuentan”, así hacen la realidad más llevadera. Atentamente: La Negación
Cuando estás en la etapa de la “negación”, bloqueas partes importantes de tí mismo, puedes perder oportunidades para cambiar y crecer, para poner al servicio de los demás tus talentos y beneficiarte con ello, así como perder valioso tiempo para estar en contacto personas que realmente te aprecian y viceversa.
Caer en la negación, nos ayuda de manera inicial a procesar lo que sucede, por ello es un mecanismo de defensa. Sin embargo, es aconsejable avanzar. Cuando no se tienen bien identificadas las emociones y sus motivos, la persona puede sentirse hastiada por el hecho de experimentar ciertas situaciones una y otra vez, como en un laberinto sin salida.
Miedo a herir
Es válido y hasta natural, sentir temor de expresar lo que sentimos cuando eso implica que una relación se desgaste más o se fracture, eso sólo refleja lo importante que es para ti la persona, motivo por el cual evitas una confrontación, son rasgos de inteligencia social.
¿Cuántas palabras sin decir has guardado para no lastimar a alguien? Al reprimirte para expresar tus sentimientos y tus emociones sólo para evitar hacer daño a los demás, por el amor o el respeto que le tienes a esa persona, añades cargas emocionales sobre ti, lo que puede generar daños en tu salud. Es mejor tratar de expresar y trabajar lo que sientes, así como todo lo que genera dentro de ti. A veces, hay situaciones de la vida en donde por no herir a alguien que amas, o por no empeorar una situación, te vas “guardando cosas”, o resignándote a situaciones que no son convenientes. El temor de dañar a los demás, tiene su origen en el amor, muchas veces.
Si te cuesta trabajo regular tus emociones, puedes buscar maneras de expresarlas más sanamente, de modo que puedas estar autocontenido y no te dañes a ti mismo, ni a los demás: Tú puedes ser tu propio “regulador”. La cultura, el arte y los deportes son un gran medio para estos fines, pues a través de estas actividades puedes: “dejar ir” tus emociones de manera sana. Cuando estas opciones no son suficientes es necesario buscar ayuda psicológica profesional.
Primer paso: Aceptación
El primer paso para generar cambios es la aceptación, identificar de qué manera se ha anidado el sufrimiento en ti puede serte de utilidad. Cuando una conducta o una persona te provocan mayor dolor que el que generas por tu miedo, resistencia al cambio y a la soledad incluso, es entonces momento de aceptar que dejar atrás es tu mejor opción.
Es preciso entender que lo que tú deseas esa persona no te lo puede o quiere dar, es difícil aceptar cuando los momentos de amor y de crecimiento han quedado atrás; el cambio es una constante en la vida, los vínculos y las relaciones también van modificándose con el paso del tiempo, algunas relaciones se fracturan, mientras que otras se fortalecen.
“Para poder llenar una taza primero hay que vaciarla”. Fragmento tomado de cuento Zen
En el mundo exterior sólo hay “detonadores”, pero tú eres quien tiene el poder para activarlos o no. Hay que estar dispuestos a dejar ir muchas conductas, personas y cosas que nos hacen daño, hay que soltar muchos apegos para poder llenarnos nuevamente con nuevas experiencias.
“Dejar ir”: un proceso de fuego
Cuando te cansas de llevar cargas innecesarias y llegas a ese sentimiento de hastío, es cuando puedes soltar muchos de tus temores, aunque la mayoría de las veces no sea un proceso sencillo.
Me gusta mucho el mensaje que nos transmite la historia de los gemelos Hunahpuh e Ixbalnqué, dentro de la mitología Maya, ellos fueron lanzados al inframundo: Xibalbá, allí tuvieron que pasar por muchas duras pruebas que les fueron impuestas y descubrieron que la única manera de salir del inframundo era atravesándolo. No hay otro camino de salida a ciertas situaciones, sólo avanzar, aunque eso nos implique temor y el conocimiento de que pasaremos por grandes dificultades, es mejor que esperar con torpe y necio optimismo a que las cosas cambien, sin hacer nada por ello.
“Dejar ir”, no tiene que implicar una pérdida, pues cuando eres capaz de soltar algo en tu vida que no te hace bien, puedes enriquecerte, extrayendo lo mejor de cada experiencia, de manera que sea menos probable que “tropieces con la misma piedra” en el futuro. Sobre todo ganas tu libertad, hasta donde la insoportable levedad del ser te lo permita.