
El autocontrol en psicología y el modelo de auto-regulación de Kanfer
Definiciones de auto-control
1. Autocontrol según Skinner
El psicólogo conductual F. B. Skinner (1953) defendió que el auto-control se refiere a conducta y se dará cuando la persona reciba consecuencias aversivas y consecuencias positivas por un mismo comportamiento. Es decir, para Skinner, surgirá la necesidad de auto-controlarse en la medida en que exista un conflicto entre las consecuencias de un comportamiento. Auto-control será toda aquella conducta que reduzca la posibilidad de aparición de la conducta castigada.
Esta reducción o evitación del castigo consolidaría la respuesta de auto-control. Según Skinner, las respuestas controladoras serán aquellas que emite la persona para resolver el conflicto, manipulando las variables de las que la conducta a controlar (o controlada) es función. Esta última debe cambiar su probabilidad de aparición.
2. Autocontrol según Goldfried y Merbaum
Goldfried y Merbaum (1973) asumen también que el auto-control surge cuando una persona necesita resolver un conflicto. El auto-control implicaría una decisión a la que se llega a través de una deliberación consciente, con la intención de integrar una acción que trata de lograr ciertos resultados u objetivos deseados, determinados por la persona misma. Por lo tanto, el acto de autocontrol estaría mediado por procesos cognitivos superiores (pensamiento y lenguaje), y la necesidad de controlar el comportamiento surgiría, no sólo por conflictos intrapersonales, sino que, tanto agentes sociales como una nueva información podrían activarlo.
En este caso, el auto-control conlleva, un proceso en el que debe aparecer varios aspectos, como un desajuste en las conductas de la persona, una decisión, el establecimiento de objetivos y metas, una planificación del cambio, así como la influencia externa del ambiente, tanto para el desencadenamiento del proceso como para el establecimiento de metas y desarrollo de estrategias. Por ello el auto-control se aprende.
3. Autocontrol según Thoresen y Mahoney
Thoresen y Mahoney (1974) opinan que la asignación de un comportamiento auto-controlado depende, en buena medida, del contexto cultural o social. El punto central es que la persona misma sea el principal agente de cambio. Por lo tanto, lo que debe plantearse, es qué grado de auto-control está ejerciendo la persona sobre su comportamiento, como parte de un continuo con un extremo de máximo control personal y otro extremo de máximo control externo.
Según Thoresen y Mahoney, una persona ejercerá auto-control cuando, en ausencia relativa de restricciones externas inmediatas, pone en marcha una conducta, cuya probabilidad de aparición previa ha sido menor que la de conductas alternativas disponibles. Esta decisión implica unas recompensas diferidas (o reducciones de consecuencias aversivas) y un mayor esfuerzo. Los procesos cognitivos servirían de unión entre la conducta auto-controlada y las consecuencias diferidas, manteniendo el comportamiento adecuado, y ayudando a anticipar las implicaciones del mismo.
Según estos autores se darían dos tipos de auto-control:
- Auto-control acelerativo, que englobaría aquellas ocasiones en las que la persona debe acelerar o incrementar comportamientos (por ejemplo, someterse a una intervención médica dolorosa).
- Auto-control decelerativo que implica una reducción de comportamientos, como, por ejemplo, dejar de fumar, o de comer ciertos alimentos.
En el primer caso, las consecuencias inmediatas de la conducta a controlar son aversivas, mientras que en el segundo, las consecuencias inmediatas son placenteras. En ambos tipos de autocontrol se trata de que la persona afronte una situación desagradable, bien para conseguir unas consecuencias diferidas de mayor valor para la persona, bien para evitar situaciones aversivas de efectos no deseados.