El síndrome de la vida ocupada
El síndrome de la vida ocupada lleva a que las personas quieran tener más tiempo para poder descansar de tantas ocupaciones. Dicho síndrome se caracteriza por una sobrecarga de responsabilidades y tareas por cumplir, sin embargo, cuando la persona finalmente consigue tiempo libre, entonces lo ocupa con más actividades.
En este sentido, se comienza a hablar sobre el síndrome de la vida ocupada porque las personas que lo padecen experimentan la inactividad como desagradable, ya que vienen a su mente pensamientos que les resultan incomodos.
El síndrome de la vida ocupada en qué consiste
El síndrome de la vida ocupada hace referencia al cúmulo de sensaciones incómodas que experimentan las personas que llevan una vida sobrecargada por la exigencia y la rapidez que impera en la actualidad.
El síndrome de la vida vacía hace que la persona caiga en un círculo, pues, cuando está llena de ocupaciones, desea tiempo libre, pero cuando consigue dicho tiempo, entonces se llena de más actividades que le hacen desear tener más tiempo para descansar.
Dicho bucle ha llevado a que muchos consideren este síndrome más como un estilo de vida que como una enfermedad, pues no corresponde, hasta el momento, con un trastorno mental.
Con referencia a este síndrome, vale recordar las palabras del filósofo Byung-Chul Han, especialmente las recogidas en su obra titulada La sociedad del cansancio, en la que expone que el hombre de la modernidad tardía es similar al Prometeo cansado, un ser agotado, devorado constantemente por su propio ego, en el que es víctima y verdugo al mismo tiempo, ya que su libertad es una condena de autoexplotación.
De acuerdo con Chul-Han, cada época ha tenido sus enfermedades. Mientras en el pasado estas se debían a bacterias, en el presente siglo las enfermedades son neuronales y destaca la depresión, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad o el síndrome de desgaste ocupacional.
Para este autor, todas estas enfermedades están relacionadas con la libertad de poder hacer lo que se quiera, dado que el hombre va ejerciendo su autonomía y se convierte, al mismo tiempo, en una víctima y en su victimario porque se explota a sí mismo; el hombre no tiene encima un poder que le presione, sino que esta presión está dentro de él y, según este pensador, no existe una presión más aguda que la autoexigencia. En resumen, el hombre de rendimiento, busca no rendirse.
Al igual que la sociedad de Foucault producía criminales y locos, la sociedad del cansancio, bajo el eslogan “Yes, We Can”, está produciendo individuos que se sienten fracasados, están agotados y son depresivos, debido a la explotación a la que el mismo sujeto se somete, puesto que el hombre se explota voluntariamente hasta llegar al agotamiento.
La sociedad disciplinaria de Foucault constaba de psiquiátricos, hospitales, cuarteles, fábricas y cárceles, pero esto no se corresponde con la sociedad de hoy, tal como se expone en La sociedad del cansancio; ahora, se ha establecido una sociedad de torres de oficinas, gimnasios, bancos, aviones, laboratorios genéticos, centros comerciales, entre otros.
Dicha sociedad ya no es disciplinaria, sino de rendimiento. Los sujetos ya no son “de obediencia”, sino “sujetos de rendimiento”, son emprendedores, pero Chul-Han enfatiza que la agitación no genera nada nuevo, sino que solo reproduce y acelera lo existente.
La sociedad actual está caracterizada por una hiperatención, o una atención dispersa marcada por un cambio acelerado de foco entre diferentes tareas, procesos y fuentes de información. Actualmente, tampoco se tolera el hastío ni se admite el aburrimiento profundo, el cual sería necesario para el proceso creativo.
Hoy día, afirma Byung-Chul-Han, que se carece de un tirano o de un Rey al cual oponerse, diciendo ‘no’, por lo que las personas se explotan a sí mismas y creen que se están realizando, viviendo en la angustia de no estar haciendo todo lo que puede hacer y, en el caso de no triunfar, se consideran a sí mismo culpables.
A nivel físico, dicha alienación de sí mismo, produce, según Chul-Han, anorexias o sobreingestas de comida, de productos de consumo u ocio.
Los motivos para sobresaturarse
A través de las diferentes ocupaciones, los sujetos que viven el síndrome de la vida vacía buscan ser estimulados, ya que, aunque estar ocupados puede generar estrés, también es gratificante, permite alejar el aburrimiento y la persona se siente vital.
Por medio de las diferentes actividades laborales, pasatiempos o vida social, muchas personas intentan sentirse eficaces y que sus vidas son útiles, es decir, esto les da un sentido.
No obstante, pese a que es importante cuidar la autoimagen, la autoestima y el autoconcepto, no se debería vincular estas esferas solo con lo que ocurre en el exterior, pues, esto se puede volver en contra. Muchas veces es necesaria la introspección.
De igual manera, el síndrome de la vida ocupada se puede comprender como un mecanismo de defensa ante las circunstancias de la vida. Por ejemplo, podría funcionar como una estrategia para hacer frente a ciertas adversidades y adaptarse a ello.
Esto explica por qué muchas personas vivencian la inactividad como algo desagradable, ya que cuando se detiene el ruido y aflora el silencio, sobrevienen los pensamientos, los conflictos no resueltos o las sensaciones que son incómodas, por lo que se busca huir de ello.
Mantenerse ocupados hasta el extremo puede ser un mecanismo para no contactar con temas de la vida que requieren un esfuerzo emocional o que so desagradables. Sin embargo, esto puede llevar a que la persona se sienta desconectada de sí misma, se sienta extenuada y no ponga nunca fin al malestar psicológico.