El síndrome de Ulises: ¿Qué es y cómo afecta a los migrantes?

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La migración es un fenómeno bastante común en la actualidad, pero eso no quiere decir que sea sencillo. Para muchos migrantes, dejar su país de origen puede ser el detonante de diferentes malestares emocionales debido a los retos que supone adaptarse. En algunos casos, estas personas pueden desarrollar el síndrome de Ulises, una afección que se asocia al estrés de migrar.

Sin importar las circunstancias en las que se haga, migrar es un proceso donde entran juego varios factores estresantes. Si a esas circunstancias le sumamos un entorno donde no existen recursos que faciliten la adaptación, entonces la situación es más grave. Por eso, es importante conocer más sobre esta afección y cómo podemos aliviar la carga de las personas en dicha situación.

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¿Qué es el síndrome de Ulises?

Se trata de una alteración emocional que sufren las personas que han migrado y que es producto de altos niveles de estrés crónico causado por diferentes variables. Para entender mejor este síndrome, es necesario recordar que el proceso de migrar hacia un nuevo territorio implica múltiples pérdidas o duelos para la persona. Por ejemplo, el individuo deja atrás a sus familiares, amigos, pareja, su idioma, cultura y rutinas.

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En circunstancias ideales, es decir, con facilidades como el trabajo, acceso a papeles, educación, vivienda, etc. Es mucho más sencillo para un migrante adaptarse al nuevo contexto y ser capaz de procesar los duelos o pérdidas que ha experimentado. Pero, incluso en circunstancias ideales, es algo que puede tomar tiempo y ser motivo de mucho sufrimiento.

Ahora bien, en muchas ocasiones, la migración ocurre en circunstancias desfavorables, como el caso de quienes migran de manera ilegal. A menudo, estas personas huyen de sus países de orígenes debido a situaciones como la guerra, el hambre, corrupción, delincuencia, etc. Con frecuencia se exponen a diferentes peligros al cruzar las fronteras. Además, una vez que llegan al nuevo país suelen enfrentar la incertidumbre de no tener un hogar ni alimentos asegurados.

Todas estas circunstancias desfavorables elevan la cantidad de estrés normal que afronta un individuo migrante. En consecuencia, es muy probable que desarrolle el síndrome de Ulises. El psiquiatra español José Achotegui fue quien le puso nombre a esta afección con base en su experiencia trabajando con personas migrantes.

La alteración recibe su nombre de Ulises, un semidios que forma parte de la mitología griega. En los relatos, Ulises se ve obligado a realizar un viaje peligroso lejos de sus seres queridos. A pesar de ser un semidios, pasa muchos de sus días sufriendo por estar lejos de su hogar.

¿Cuáles son los síntomas?

Debido a que la afección se relaciona con el estrés, sus síntomas son similares a los de otros trastornos por estrés. Villagrasa y García-Izquierdo (2007) publicaron un trabajo donde mencionan diferentes dimensiones que componen el problema: ansiedad/depresión, disfunción social, pérdida de la confianza y agotamiento emocional. Esto puede manifestarse en situaciones como incapacidad para relajarse, problemas para dormir, miedo, aislamiento, etc.

Siguiendo esta línea, experimentar estos síntomas a largo plazo puede promover la aparición de trastornos severos como la depresión o ansiedad. Por tal motivo, es fundamental que se pueda identificar en sus etapas tempranas para prevenir alteraciones más graves en el futuro.

¿Cómo se trata el síndrome de Ulises?

Primero, es importante decir que este síndrome no es un trastorno o enfermedad mental que se encuentre en ningún manual. Más bien, se trata de un cuadro de síntomas que se distingue del estrés típico por tener características únicas como el hecho de asociarse a la migración. Si sospechas que tú o alguien que conoces padece este problema, lo mejor es acudir con un especialista.

En psicoterapia es posible trabajar con diferentes técnicas para mejorar las estrategias de afrontamiento del estrés. Por ejemplo, el entrenamiento en resolución de problemas es un método útil para evaluar el modo en que las personas afrontan situaciones adversas. Además, en el espacio terapéutico también es posible para el paciente ventilar sus emociones y empezar a construir una red de apoyo. Así se puede combatir el aislamiento y el agotamiento emocional.

Hecha esta salvedad, es importante aclarar que, según los expertos, la mejor forma de aliviar la carga emocional es favorecer la adaptación. Tener acceso a empleo, vivienda, alimento y salud pueden reducir los niveles de ansiedad y estrés. Sumado a eso, facilitar las vías para regular el estatus migratorio también podrían alivianar la incertidumbre respecto al futuro en el nuevo territorio.

Por otro lado, los lazos con la comunidad pueden ayudar al proceso de duelo de las personas. Conectarse con otros que están en la misma situación es útil para ampliar las redes de apoyo. Aunque, hay que tener cuidado con no aferrarse en exceso a la antigua vida y costumbres. Eso podría promover el aislamiento del individuo del resto de la población.

En conclusión, el síndrome de Ulises es una afección seria que no debemos pasar por alto en los individuos migrantes. Como podemos ver, se trata de una población con necesidades particulares que es necesario considerar.

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