El temor a envejecer

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El ser humano ha nacido para experimentar todas las edades, con sus experiencias propias y especiales. Desde el nacimiento hasta que envejecemos, podemos escoger vivir con alegría o ser desgraciados.

Cuando empiezan los primeros síntomas del envejecimiento

Todo empieza un día como otro cualquiera en el que vas por la calle y de repente un adolescente te pregunta la hora dirigiéndose a ti como «señora». A partir de ese momento tu vida sufre una crisis de identidad porque no habías asumido que te estabas haciendo mayor y precisamente ha tenido que ser un adolescente con una simple cuestión quién te ha abierto los ojos a la realidad que tanto nos asusta: la madurez.

Los síntomas de envejecimiento parecen desarrollarse estrepitosamente como si nuestra primera etapa de la vida hubiera sido filmada en cámara lenta y ahora ya tuvieran prisa por terminar.

Cuantas veces vuestras madres os habrán dicho: ¡Vuestra generación es diferente, las mujeres ya tienen control sobre su propia vida!

Y es verdad, nosotras decidimos si queremos operarnos los senos o quitarnos las feas cartucheras para así poder madurar de forma más atractiva; decidimos estudiar porque deseamos cultivarnos intelectualmente y cuando llegamos a lo que consideramos inicio de la madurez, deseamos saborear cada pequeño espacio de nuestra vida con vitalidad, por ello no nos da miedo la menopausia ni envejecer, porque ese camino esperamos vivirlo con plenitud eligiendo como única alternativa posible la salud.

Algunos de los pensamientos de mujeres ya maduras

  • Antes pensaba que el hecho de cumplir los 40 años era ya ser madura y en consecuencia envejecer, ahora que los tengo, no está tan segura de ello.
  • La llegada de la menopausia fue para mí como un segundo nacimiento. Empece a disfrutar de las relaciones sexuales por primera vez porque ya no tenía que preocuparme por un posible embarazo.
  • Ahora me doy cuenta que la vida se vive demasiado aprisa sin tiempo para aprender todo lo que nos enseña. Ahora con el inicio de esta nueva etapa en mi vida, cada segundo, cada instante que vivo lo saboreo como si fuera el último.

Si has llegado al fin de tu matrimonio o relación, te encuentras sola y tienes más de cuarenta años y te cuesta adaptarte al hecho de envejecer, te propongo unas medidas para hacer más positiva la experiencia que te toca vivir:

  • No juzgues tus necesidades. Eso no será síntoma de debilidad o de falta de autosuficiencia. Si necesitas estar acompañada, sentirte querida, no dudes en comunicarte, en relacionarte con gente de tu edad y expresar esa necesidad tantas veces como lo requieras. Evidentemente no necesitamos de los demás como sí del alimento para sobrevivir, pero debes permitirte decidir que te guste poder compartir con otras personas.
  • No reprimas los sentimientos de tristeza que pueden invadirte de vez en cuando porque si te acostumbras a ello reprimirás los de alegría tan positivos para tu mente.
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