
Esperanza y optimismo: esa fortaleza mental
“Ser o no ser, esa es la cuestión: si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas del áspero destino o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro”.
Esta es la famosa frase escrita por el escritor William Shakespeare en el acto tres, escena primera de su obra teatral Hamlet. ¿Soportar o enfrentarse a la adversidad? Esto es un drama.
Son ustedes de los que piensan ante un vaso, lleno hasta la mitad de leche, que ¿está medio lleno o medio vacío?
Una fortaleza mental ante el desánimo
El optimismo y la esperanza se incluyen dentro de lo que se denomina Fortaleza Mental (Mental Toughness) y que se ha definido como “una colección de valores, actitudes, emociones y cogniciones que influyen en la manera en la cual un individuo accede, responde y evalúa eventos exigentes para de forma consistente lograr sus metas” (Gucciardi, Gordon & Dimmock, 2009, p. 54).
El optimismo es una autoexpectativa personal positiva en relación con nuestro afrontamiento de sucesos y eventos de manera satisfactoria.
El optimismo inteligente
Desde ámbitos no propiamente psicológicos se ha divulgado que basta con darnos mensajes y simplonas arengas positivas para mejorar nuestra esperanza.
Algo realmente ingenuo, verán. ¿A que seguro que han escuchado esos populares mensajes de “todo va a ir bien” que nos dicen cuando la realidad se nos muestra bastante difícil y complicada? ¿Realmente, ese tipo de mensajes ayuda a alguien?, no creo.
Entonces, ¿el optimismo es ingenuo? Pues resulta que ese que encontramos, a menudo, desde ámbitos populares si es bastante ingenuo. Quieren funcionar como mantras mágicos más que psicológicos porque los pensamientos optimistas deben tener una perspectiva realista y no mágica.
Cuando en nuestra manera de pensar e interpretar los sucesos vitales adoptamos un patrón determinado y muy constante, estamos estableciendo un estilo cognitivo, el cual, en interacción con los acontecimientos estresantes, determinará nuestra disposición de ánimo que si es negativa puede suponer una vulnerabilidad personal ante el desánimo y desesperanza.