Examinando nuestras actitudes
Al empezar este artículo lo primero que me vino a la cabeza fue la frase del famoso psiquiatra, neurólogo y fundador de la Logoterapia, Viktor E. Frankl: “Todo puede serle arrebatado al ser humano excepto la última de las libertades: la actitud con que se enfrentará a una determinada circunstancia». Y es que la actitud, sin duda alguna, es una de las herramientas más poderosas con la que contamos. Pero esta vez me gustaría que fuéramos un poco más allá, analizarlas un poquito más a fondo, saber cuál es su naturaleza, cuáles son sus funciones, cuáles los instrumentos de medición con los que contamos y, más importante aún, el poder destructivo de algunas de ellas para poder tomar medidas.
Las actitudes
A las opiniones, creencias y sentimientos que nos predisponen a responder de determinada manera antes objetos, personas y situaciones les llamamos actitudes. Evidentemente, hay una estrecha conexión entre nuestras actitudes y nuestras conductas. Briñol, De la Corte y Becerra (2001) lo sintetizan así:
“Las actitudes se definen como evaluaciones positivas o negativas que las personas realizan ante diferentes objetos sociales y que reciben el nombre genérico de objetos de actitud”. Por ejemplo, podríamos decir que una persona que está a favor de la eutanasia tiene una actitud positiva con respecto a este asunto, mientras que otra que no está de acuerdo diríamos que tiene una actitud negativa. Según la cultura en la que hayamos nacido y el tipo de acontecimientos vividos, tendremos una actitud u otra ante situaciones como, por ejemplo, la muerte.
Naturaleza de las actitudes y sus componentes
Nuestras actitudes poseen tres componentes: cognoscitivo, afectivo y conductual. Es posible que en una actitud encontremos más cantidad de un componente que de otro.
- Componente cognoscitivo: Para que exista una actitud, es necesario que tengamos una representación cognoscitiva del objeto (percepciones, creencias e información sobre el objeto). Los objetos no conocidos o sobre los que no poseamos información no pueden generar actitudes y esta representación cognoscitiva puede ser vaga o errónea.
- Componente afectivo: Son las sensaciones y sentimientos que dicho objeto produce en nosotros, es el sentimiento en favor o en contra de un objeto social, y es el componente más característico de las actitudes. Aquí radica la diferencia principal con las creencias y las opiniones (que se caracterizan por su componente cognoscitivo). Todos experimentamos distintas experiencias con el objeto que pueden ser positivas o negativas.
- Componente conductual: Son las intenciones, disposiciones o tendencias hacia un objeto, es cuando surge una verdadera asociación entre objeto y sujeto. Es la tendencia a reaccionar hacia los objetos de una determinada manera. Es el componente activo de la actitud.
Las funciones de las actitudes
Las actitudes pueden tener funciones ya sea de conocimiento, de adaptación, de defensa o de expresión.
1. De conocimiento. Las actitudes pueden actuar como esquemas o filtros cognitivos. Un prejuicio hacia un grupo específico (ya sea por etnia, edad, religión, etc.) puede bloquear el conocimiento de aspectos muy positivos que se presenten; nos quedaremos sólo con lo negativo. En ocasiones, para medir las actitudes se pueden presentar situaciones hipotéticas para ver como la actitud filtra la adquisición de conocimientos.
2. De adaptación. Las actitudes nos permiten adaptarnos e integrarnos en los grupos sociales. Para poder pertenecer a un grupo, he de pensar y hacer lo más parecido posible a las características del grupo.
3. Ego defensiva. Podemos desarrollar actitudes para defendernos ante determinados objetos. Ante objetos que percibimos amenazantes, desarrollamos actitudes negativas para preservar el yo. Ejemplo:”el profe me tiene manía” como defensa ante mi incapacidad o irresponsabilidad.
4. Expresiva. Las actitudes nos permiten mostrar a los otros nuestra identidad (qué somos y como somos).