
Frases célebres de Aleksandr Solzhenitsyn
Frases célebres de Aleksandr Solzhenitsyn
El hombre ha fijado para sí mismo el objetivo de conquistar el mundo, pero en el proceso pierde su alma.
Cualquier hombre que haya proclamado la violencia como su método está inevitablemente obligado a tomar la mentira como su principio.
Cuando la vida se teje con estambres legalistas surge una atmósfera de mediocridad moral que paraliza los más nobles impulsos humanos.
Los más impredecible y sorprendente para nosotros será el curso de los acontecimientos futuros.
Ser comunista, inteligente y bueno es totalmente incompatible.
No tengo ninguna esperanza en Occidente, y ningún ruso debería tenerla… La excesiva comodidad y prosperidad han debilitado su voluntad y su razón.
Uno nunca debe dirigir a las personas hacia la felicidad, porque la felicidad es también un ídolo del mercado.
Un estado en guerra sólo sirve como excusa para la tiranía doméstica.
Para nosotros, en Rusia, el comunismo es un perro muerto, mientras que, para muchas personas en Occidente, sigue siendo un león que vive.
Produce náuseas por su extremado naturalismo y la tendencia a inculcar todos los miedos posibles e imaginables; sin embargo, su idea fundamental no es clínica sino social, y esto es precisamente lo que no se puede aceptar.
El reloj del comunismo ha dejado de funcionar. Sin embargo, su construcción concreta aún no ha llegado a caer. Por esa razón, en lugar de liberarnos a nosotros mismos, debemos tratar de salvarnos de ser aplastados por sus escombros.
La justicia es conciencia, no una conciencia personal, sino la conciencia de toda la humanidad. Los que reconocen claramente la voz de su propia conciencia por lo general también reconocer la voz de la justicia.
Me detuvieron por culpa de mi ingenuidad. Yo sabía que en las cartas del frente se prohibía hablar de los secretos militares, pero creía que estaba permitido pensar.
Más frases célebres de Aleksandr Solzhenitsyn
Sin el toque del aliento de Dios, sin restricciones en la conciencia humana, tanto el capitalismo como el socialismo son repulsivos.
Si uno es siempre prudente, ¿puede seguir siendo un ser humano?
Cualquiera a quien hayas privado de todo ya no está en tu poder, es de nuevo totalmente libre.
Precipitación y superficialidad son las enfermedades psíquicas del siglo XX, y más que en cualquier otro lugar, esta enfermedad se refleja en la prensa.
La literatura que no es aliento para la sociedad contemporánea, que no se atreve a transmitir los dolores y los temores de la sociedad, que no advierte a tiempo las amenazas contra la moral y los peligros sociales, no merece el nombre de literatura, sino que es sólo una fachada. Esa literatura pierde la confianza de su propio pueblo, y sus obras publicadas se utilizan como papel higiénico en lugar de ser leídas.
Para un país tener un gran escritor es como tener un segundo gobierno. Es por eso que ningún régimen ha querido nunca a los grandes escritores, sólo a los de menor importancia.
Produce náuseas por su extremado naturalismo y la tendencia a inculcar todos los miedos posibles e imaginables; sin embargo, su idea fundamental no es clínica sino social, y esto es precisamente lo que no se puede aceptar.