Frases célebres de Gilles Lipovetsky

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Frases célebres de Gilles Lipovetsky

La felicidad es el estado del alma libre del peso de las cosas, de ambiciones, de todos los miedos que inspiran el futuro y el más allá.

No me gustan esos intelectuales que critican sin cesar el sistema capitalista, pero luego no pueden vivir sin sus muebles de diseño, sus coches de lujo y sus smartphones.

La infiltración de la moda en el sistema económico ha alterado nuestros valores. Es un modelo fundamentado en el deseo y la seducción, el cambio permanente y el consumo como objetivo vital.

Los partidos extremistas están vendiendo humo. Si “Podemos” convence es solo por la desesperación de la gente ante una situación insoportable.

El posmodernismo no es más que un grado suplementario en la escala de la personalización del individuo dedicado al self-service narcisista y a combinaciones caleidoscópicas indiferentes. La era del vacío.

La sociedad hipermoderna se presenta como una sociedad en la que el tiempo se vive de manera creciente como una preocupación fundamental, en la que se ejerce y se generaliza una presión temporal en aumento.

Se ha definido a la sociedad postindustrial como una sociedad de servicios, pero la manera todavía más directa, es el auto-servicio lo que pulveriza radicalmente la antigua presión disciplinaria y no mediante la fuerza de la Revolución sino por las olas radiantes de la seducción.

En la sociedad hipermoderna, lo antiguo y la nostalgia son argumentos de venta, instrumentos de marketing.

No se ha destruido la fuerza del futuro: lo que ocurre es que éste ya no es ideológico-político, sino que se sustenta en la dinámica técnica y científica. Los tiempos hipermodernos.

Nuestra sociedad no conoce prelación, codificaciones definitivas, centro, sólo estimulaciones y opciones equivalentes en cadena. De ello proviene la indiferencia posmoderna, indiferencia por exceso, no por defecto, por hipersolicitación, no por privación.

Más frases de Gilles Lipovetsky

La autoconciencia ha substituido a la conciencia de clase, la conciencia narcisita substituye la conciencia política.

Al dedicarse a reducir al máximo el tiempo de trabajo mientras plantea el tiempo de trabajo como fuente de riqueza, el capitalismo es un sistema que se basa en una contradicción temporal fundamental que excluye al hombre de su propio trabajo.

La civilización tecnicista necesita de una ética de futuro: frente a las amenazas de destrucción de la vida, hay que reformular nada menos que un nuevo imperativo categórico: no comprometer las condiciones para la supervivencia indefinida de la humanidad.

Todas estas religiones profanas, portadoras de esperanzas escatológicas, se han extinguido.

El presente adquiere una importancia creciente por efecto del desarrollo de los mercados financieros, de las técnicas electrónicas de la información, de las costumbres individualistas y del tiempo libre.

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