Frases célebres de Henri-Frédéric Amiel

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Henri-Frédéric Amiel: Frases célebres

Tu cuerpo es templo de la naturaleza y del espíritu divino. Consérvalo sano; respétalo; estúdialo; concédele sus derechos.

El cielo, el infierno y el mundo entero, está en nosotros.

El amor es el olvido del yo.

Vivimos mientras nos renovamos.

Cuando mi amigo está infeliz, voy a su encuentro; cuando está feliz , espero que me encuentre.

Cuanto más se ama más se sufre.

Nada importa el futuro cuando uno está en paz con su conciencia y tiene su espíritu reconciliado y en orden. Se lo que debes; lo restante, solo a Dios atañe.

Se entiende a las mujeres como se entiende el lenguaje de los pájaros, intuición o de ninguna manera.

El verdadero matrimonio es una devoción, un culto, la vida que se convierte en religión.
La mujer es la salvación o la perdición de la familia. Lleva consigo el destino de esta en los pliegues de su manto.

El deber es ser útil, no te quiera, no como se pueda.

¡Qué difícil es vivir, oh fatigado corazón mío!

Cuando la vida deja de presentarse como una promesa, no por eso deja de set todavía una tarea.

El destino tiene dos formas de aplastarnos: rechazando nuestros deseos o cumpliéndolos.

 

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La vida es un aprendizaje de renunciamiento progresivo, de continuo limitación de nuestras pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestras fuerzas, nuestra libertad.

La vida es un tejido de costumbres. Pero no es un error invocar la costumbre como defensa de nuestra conducta, pues casi siempre la costumbre se apoya en alguna buena razón.

La poesía siempre es lo lejano.

El arte revela la naturaleza interpretando sus intenciones y formulando sus deseos. El gran artista es el simplificador.

Lo inacabado no es nada.

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