
Frases célebres de Jonathan Swift
Frases célebres de Jonathan Swift
Un hombre nunca debe avergonzarse por reconocer que se ha equivocado, que es tanto como decir que hoy es más sabio de lo que fue ayer.
Todo el mundo quisiera vivir largo tiempo, pero nadie querría ser viejo.
Libros: los hijos del cerebro.
Ningún hombre sabio quiso nunca ser joven.
Podemos observar en la república de los perros que todo el Estado disfruta de la paz más absoluta después de una comida abundante, y que surgen entre ellos contiendas civiles tan pronto como un hueso grande viene a caer en poder de algún perro principal, el cual lo reparte con unos pocos, estableciendo una oligarquía, o lo conserva para sí, estableciendo una tiranía.
Nada es constante en este mundo sino la inconstancia.
Cuando aparece un gran genio en el mundo se le puede reconocer por esta señal: todos los necios se conjuran contra él.
Visión es el arte de ver las cosas invisibles.
Ningún hombre aceptará un consejo, pero todos aceptarán dinero. De donde se deduce que el dinero vale más que el consejo.
Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría.
La libertad de conciencia se entiende hoy día, no sólo como la libertad de creer lo que uno quiera, sino también de poder propagar esa creencia.
Cuando el diablo está satisfecho, es una buena persona.
La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse.
Dichoso es el que no espera nada porque siempre estará satisfecho.
Más frases célebres de Jonathan Swift
Aunque mentir es una práctica universal, no recuerdo haber oído tres buenas mentiras en toda mi vida ni aún en aquellos que más celebrados eran por esta facultad.
La felicidad es el privilegio de ser bien engañado.
El poder no es ninguna bendición en sí mismo, excepto cuando se utiliza para proteger a los inocentes.
El mejor predicador es el tiempo, que nos hace llegar a tener aquellos mismos pensamientos que las personas de más edad trataron en vano de meternos en la cabeza.
Es imposible que una cosa tan natural, tan necesaria y tan universal como la muerte puede haber sido destinada a la humanidad, por la providencia como un mal.
Venus, una hermosa señora de buen carácter, era la diosa del Amor; Juno, una harpía terrible, la diosa del Matrimonio; ambas fueron siempre mortales enemigas.
Las diferencias de opinión han costado millones de vidas; Por ejemplo, si la carne es pan o el pan carne; Si el jugo de cierta baya es sangre o vino; Si silbar es virtud o vicio; Si es mejor besar un madero o arrojarlo al fuego…
Nadie puede desobedecer a la razón sin renunciar al derecho a ser una criatura racional.