
frases célebres de Louis Pasteur
frases célebres de Louis Pasteur
La ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de vida de todo progreso.
Quiero compartir con ustedes el secreto que me ha llevado a alcanzar todas mis metas: mi fuerza reside únicamente en mi tenacidad.
La religión no tiene más lugar en la ciencia que la ciencia en la religión.
No evitéis las dificultades a vuestros hijos, más bien enseñadles a superarlas.
Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a Él.
En el campo de la investigación el azar no favorece más que a los espíritus preparados.
Los verdaderos amigos se tienen que enfadar de vez en cuando.
Las ciencias aplicadas no existen; sólo las aplicaciones de la ciencia.
La fortuna juega a favor de una mente preparada.
Dos leyes contrarias parecen estar luchando hoy entre sí. Una es una ley de sangre y de muerte que imagina sin cesar nuevos medios de destrucción y obliga a las naciones a estar constantemente preparadas para el campo de batalla. La otra es una ley de paz.
Maravillarse es el primer paso para un descubrimiento.
Desgraciados los hombres que tienen todas las ideas claras.
Estoy absolutamente convencido de que la ciencia y la paz triunfan sobre la ignorancia y la guerra, que las naciones se unirán a la larga no para destruir sino para edificar, y que el futuro pertenece a aquellos que han hecho mucho por el bien de la humanidad.
El universo es asimétrico y estoy convencido de que la vida es un resultado directo de la asimetría del universo, o de sus consecuencias indirectas.
Más frases de Louis Pasteur
Duda siempre de ti mismo, hasta que los datos no dejen lugar a dudas.
La ciencia no conoce país, porque el conocimiento pertenece a la humanidad, y es la antorcha que ilumina el mundo.
Cuanto más miro la naturaleza, más admiro al creador.
Es la superación de dificultades lo que hace a las personas grandes.
No os dejéis corromper por un escepticismo estéril y deprimente; no os desalentéis ante la tristeza de ciertas horas que pasan sobre las naciones. Vivid en la serena paz de los laboratorios y las bibliotecas. Preguntaos primero: ¿Qué he hecho por instruirme? y, después, al ir progresando. ¿Qué he hecho por mi patria? Hasta que llegue el día en que podáis sentir la íntima satisfacción de pensar en que de alguna manera habéis contribuido al progreso y bienestar de la humanidad.
Sin laboratorios los hombres de ciencia son como soldados sin armas.
Feliz es el que lleva dentro de sí un Dios, un ideal de belleza que sigue: ideal del arte, ideal de la ciencia, la casa ideal, ideal de virtudes evangélicas. Estos son los manantiales de vida de grandes pensamientos y las grandes acciones. Todos ellos reflejan la luz del infinito.
La ciencia no tiene patria.