
Frases célebres de Ramón de Campoamor
Frases célebres de Ramón de Campoamor
Y es que, en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira.
La experiencia es un sabio hecho a trompicones.
La vida es dulce o amarga; es corta o larga. ¿Qué importa? El que la goza la halla corta, y el que la sufre la halla larga.
Murió del todo, pues murió olvidado.
La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe.
Es todavía más espantosa la soledad de dos en compañía.
Que es de cuantos tormentos he sufrido, la ausencia el más atroz.
El amor que es un loco a los veinte años, es un necio del todo a los sesenta.
Si en la senda del mal te ves perdida, no sigas adelante. Para volver al bien en esta vida todo momento es el supremo instante.
Porque al besar la madre a un hijo amado, besa a un tiempo el amor de que ha nacido.
Es un perpetuo sueño de mi oído el eco de tu voz.
No hay sabio a quien no engañe cualquier necia.
Más que en el ser amado, la causa del amor está en el que ama.
No rechaces tus sueños. ¿Sin la ilusión el mundo qué sería?
La amistad es un amor que no se comunica por los sentidos.
Le falta algo de amor a los amores que no son un infierno de dolores.
La amistad es un amor que no se comunica por los sentidos.
Con un día de celos no puede competir la vida eterna.
Aunque el amor suele morir de hartura, lo que nunca has tía es la ternura.
Que en materia de amor y matrimonio, por muy triste que sea, puede más que los santos el demonio.
Se casaron los dos, y al otro día la esposa, con acento candoroso, despertar, pregunto al esposo: «¿Me quieres todavía?».
Siempre es algún consuelo que un marido, por serlo, gane el cielo.