frases de Gilbert Keith Charleston

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Frases de Gilbert Keith Charleston

Una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo.

La aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo.

Un loco pierde todo, menos la razón.

Un ideal fijo es condición para toda clase de revoluciones.

Los que se revolvieron contra las primeras invasiones de la maquinaria industrial tenían razón: quizá no en pensar que reducirían el número de trabajadores, pero si en pensar que reducirían el número de los dueños.

No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.

Hasta donde hemos perdido la creencia, hemos perdido la razón.

La idea que no trata de convertirse en palabras es una mala idea; la palabra que no trata de convertirse en acción es, a su vez, una mala palabra.

Muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra.

Hay algo que da esplendor a cuanto existe y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina

Si sólo tuviera un sermón que predicar sería un sermón contra el orgullo.

El pesimista sabe rebelarse contra el mal. Sólo el optimista sabe extrañarse del mal.

Lo más increíble de los milagros es que ocurren.

Optimista es el que os mira a los ojos, pesimista, el que os mira a los pies.

¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.

Una buena novela nos dice la verdad sobre su protagonista; una novela mala nos dice la verdad acerca de su autor.

La iglesia no es la asamblea de los puros, sino el hospital de los pecadores.

La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza.

Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo.

La Biblia nos dice que amemos a nuestros vecinos y a nuestros enemigos: probablemente porque se trata de la misma gente.

Si no hubiera Dios no habría ateos.

Puedo creer lo imposible pero no lo improbable.

No es bueno que los hombres sepan hasta qué punto somos buenos.

Donde acaba la biología, empieza la religión.

El juego de ponerse límites a sí mismos es uno de los secretos placeres de la vida.

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