Frases de Ingmar Bergman

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Algunas de las frases  más enigmáticas de Ingmar Bergman son las siguientes:

Escribo guiones para que funcionen como esqueletos en espera de la carne y el vigor de las imágenes.

Siempre ha sido una obsesión. En cierto modo, hacer películas es muy erótico. No sé muy bien por qué. No porque te acuestes con las actrices, tiene que ver con otra cosa. Creo que es porque hay un entendimiento emocional al completo. Estamos rodeados de personas que están vinculadas a nosotros. (…) No soy yo, en esos momentos, no era yo. Yo era ellos y estaban dentro de mí. Hacer películas es como un tener un romance.

Yo tomo todas mis decisiones por intuición. Aviento una lanza a la oscuridad. Eso es la intuición. Luego debo mandar un ejército a la oscuridad para encontrar la lanza. Eso es el intelecto.

A veces, por la noche, cuando estoy en el límite entre el sueño y la vigilia, puedo entrar por una puerta a mi niñez y todo está como estaba entonces, con las luces, los olores, los sonidos, y la gente… Recuerdo la calle silenciosa donde vivía mi abuela, la agresividad del mundo de los mayores, el terror por lo desconocido y el miedo a las tensiones entre mi padre y mi madre.

Intuyo un ocaso que no tiene nada que ver con la muerte, sino con la extinción. A veces sueño que se me caen los dientes y escupo pedazos amarillos carcomidos. Me retiro antes de que mis actores o mis colaboradores vislumbren al monstruo y los invada el asco o la compasión. He visto a demasiados colegas morir en la pista del circo como payasos cansados, aburridos de su propio aburrimiento, silbados o abucheados o cortésmente silenciados, apartados de los focos.

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.

Solo alguien que está bien preparado tiene la oportunidad de improvisar.

No hay tiempo para discutir la soledad.

Ingmar Bergman Frases Soledad
El miedo nos hace buscar una imagen salvadora y esa imagen es Dios

Mi trabajo es autobiográfico, y lo es de la misma manera que un sueño transforma la experiencia y las emociones constantemente.

No quiero producir una obra de arte en la que el público pueda sentarse y succionar estéticamente… Quiero darles un golpe en la espina dorsal, quemar su indiferencia, sobresaltarlos hasta acabar con su autocomplacencia.

Soy como un director de orquesta. Miro las palabras como si fueran notas e intento comprender su significado. Ahora vuelvo a obras que leí hace tiempo y tienen otro significado.

Cuando era joven, tenía mucho miedo de morir, pero ahora pienso que es un arreglo muy muy sabio. Es como una luz que se apaga. No hay mucha razón para hacer escándalo.

Los demonios son innumerables, llegan en los momentos más inapropiados y crean pánico y terror… pero he aprendido que, si puedo dominar las fuerzas negativas y atarlas a mi carro, entonces pueden trabajar a mi ventaja… Las azucenas frecuentemente crecen de los cadáveres.

No me siento escritor. Para nada. Me siento un hombre de teatro, de películas. A pesar de haber escrito toda mi vida porque escribí todos mis guiones e incluso he escrito guiones para otros, el hacer películas y hacer teatro me resulta más preciso que escribir porque tiene que ver con mis emociones y yo al público no podría dárselas directamente.

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