frases de Santiago Ramón y Cajal

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Citas célebres de Ramón y Cajal

Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.

La vanidad nos persigue hasta en el lecho de la muerte. La soportamos con entereza porque deseamos superar su terrible grandeza y cautivar la admiración de los espectadores.

Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia.

Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio.

La verdad es un ácido corrosivo que salpica casi siempre al que la maneja.

Las neuronas son como misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental.

El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.

Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.

Nos quejamos de los amigos porque exigimos de ellos más de lo que pueden dar.

Al cavilar sobre las limitaciones del espíritu humano siéntese algo así como abatimientos de rey destronado, nostalgias y desfallecimientos de águila alicortada y prisionera.

La simpatía es muy frecuentemente un prejuicio sentimental basado en la idea de que la cara es el espejo del alma. Por desgracia, la cara es casi siempre una careta.

En el fondo de cada cabeza juvenil hay un perfecto anarquista y comunista.

Apártate progresivamente, sin rupturas violentas del amigo para quien representas un medio en vez de ser un fin.

Aún en las ciencias más perfectas nunca deja de encontrarse alguna doctrina exclusivamente mantenida por el principio de autoridad.

Como hay talentos por el estudio, hay tontos entontecidos por desuso.

Nos quejamos de los amigos porque exigimos de ellos más de lo que pueden dar.

El arte de vivir mucho es resignarse a vivir poco a poco.

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