
La búsqueda de la felicidad: Entre la psicología positiva y la filosofía clásica
Desde la psicología, esta perspectiva es similar a la teoría del bienestar de Seligman (2011), que propone el modelo PERMA, el cual se basa en:
- Emociones positivas: alegría, gratitud, amor.
- Compromiso: experiencias de flujo y satisfacción personal.
- Relaciones positivas: vínculos significativos.
- Significado: propósito en la vida.
- Logro: sentimiento de competencia y éxito.
La idea de que la felicidad surge al vivir una vida virtuosa se alinea con estudios en psicología como el de Peterson y Seligman (2004), que identificaron las 24 fortalezas del carácter (como la valentía, la gratitud y la curiosidad) que se asocian con mayores niveles de bienestar psicológico.
Epicuro y la búsqueda del placer: Regulación emocional y bienestar subjetivo
Epicuro afirmaba que la felicidad consistía en experimentar el placer y evitar el dolor, pero no en un sentido hedonista sino en vivir una vida basada en la tranquilidad y la satisfacción moderada (Epicuro, ca. 300 a.C./2016). Para él, los placeres más importantes eran los simples, como la amistad, la reflexión y la ausencia de ansiedad (ataraxia).
Desde la psicología, esta visión se relaciona con varias teorías sobre el bienestar:
- La teoría de la ampliación y construcción de Fredrickson (2001): demuestra que las emociones positivas amplían la capacidad cognitiva y fortalecen la resiliencia, lo que coincide con la idea epicúrea de que una vida serena facilita el bienestar duradero.
- El concepto de flujo de Csíkszentmihályi (1990): explica que la felicidad proviene de actividades significativas que generan satisfacción intrínseca, como la contemplación o el aprendizaje, en lugar de la búsqueda constante de placer externo.
- La psicología de la gratitud (Emmons & McCullough, 2003): ha demostrado que enfocarse en lo que se tiene, en lugar de anhelar lo que falta, aumenta la satisfacción con la vida y reduce la ansiedad, en línea con la recomendación epicúrea de valorar los placeres sencillos.
Los estoicos y la resiliencia psicológica
Los estoicos enseñaban que la felicidad depende del control interno y de la aceptación de lo inevitable (Epicteto, ca. 100 d.C./2014; Séneca, ca. 60 d.C./2017). Estos creían que el sufrimiento surge cuando intentamos controlar lo incontrolable, y que la virtud y la autodisciplina llevan a una vida más tranquila.
En psicología, esta idea se refleja por ejemplo en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), que nos enseña a aceptar pensamientos y emociones sin dejar que nos dominen. Además, la práctica del mindfulness, promovida en la Terapia Cognitiva Basada en la Atención Plena (MBCT), también está alineada con el pensamiento estoico, pues fomenta la aceptación del momento presente sin juicios ni reactividad emocional (Kabat-Zinn, 1990).
El estoicismo nos recuerda que no siempre podemos controlar lo que nos sucede, pero sí nuestra reacción ante ello.
Aplicaciones en la vida moderna
Integrar estas perspectivas filosóficas y psicológicas en la vida actual implica adoptar estrategias basadas en la evidencia para mejorar el bienestar. Por ejemplo:
- Vivir con propósito y virtud (Aristóteles, Seligman): Identificar valores personales y desarrollar fortalezas psicológicas.
- Disfrutar placeres sencillos y practicar la gratitud (Epicuro, Fredrickson, Emmons): Mantener un diario de gratitud y evitar la sobrecarga de deseos materiales.
- Aceptar lo incontrolable y fortalecer la resiliencia (Estoicismo, ACT, mindfulness): Practicar la meditación y reformular pensamientos negativos.
- Fortalecer las relaciones significativas: La felicidad no se alcanza en aislamiento; el apoyo social es clave para el bienestar.