
La importancia del perdón para la estabilidad emocional
El perdón, ¿quién sale ganando?
Lo cierto es que, hablando de un tema como el de perdonar y olvidar cuando te hacen daño, parece un poco estúpido plantear la pregunta de quién sale ganando al hacerlo. Pero es la mejor forma de orientar el tema y empezar diciendo algo revolucionario: Ambos salen ganando.
Tanto la persona que pide perdón como la que perdona, consiguen una paz interior que es muy difícil de conseguir por otros medios, por lo que conviene practicarlo siempre que sea necesario. Evidentemente, hay que practicarlo de corazón, porque, de lo contrario, no sirve de nada. Pedir perdón y perdonar deben ser actos puros para que la conciencia quede tranquila. Si no lo son, no sirve de nada, y no conseguirás ninguna mejora.
Vamos a ver qué beneficios aporta el perdón para cada uno de los que participan en el proceso. Veamos, primero, qué beneficios recibe quien pide perdón, y después, qué beneficios recibe quien perdona.
¿Qué beneficios aporta pedir perdón?
El primer y más obvio beneficio de pedir perdón es que, una vez lo haces, reconoces que has hecho algo malo y que has hecho daño a otra persona, liberándote de la presión que tenías en la conciencia por saber que habías hecho algo malo, pero no reconocerlo.
Es en el momento en el que se pide perdón en el que se exterioriza esa carga que, hasta el momento, se llevaba en la conciencia, liberando así un gran peso y quedando libre para poder continuar con la vida.
Es evidente que hay algunas personas que no necesitan pedir perdón, porque consideran que lo que hicieron no fue algo malo, por ejemplo. Sin embargo, aquellas personas que saben que hicieron algo equivocado o incluso inapropiado, pero no lo reconocen frente a la otra persona por orgullo, encontrarán un gran placer en pedir perdón.
Pedir perdón es, en muchos casos, un acto de absoluta valentía, porque es muy difícil enfrentarse a la conciencia y exteriorizar los sentimientos negativos que uno tiene sobre sí mismo, consciente de haber hecho algo malo.
Aunque esto forma parte de una cierta tradición cristiana (aunque no solo), conviene que, una vez se haya pedido perdón, se plantee alguna forma de reparar el daño causado. Esta es la mejor forma de hacer que la conciencia quede en paz, incluso aunque la otra persona no exija nada.
Cómo pedir perdón: 4 pasos
- Paso 1: Admitir la culpabilidad: aceptar la responsabilidad de nuestros actos y que éstos han causado algún tipo de dolor o malestar en otra persona, es el primer paso. Incluso los niños pequeños son capaces de darse cuenta cómo su mal comportamiento hace que otros se sientan mal.
- Paso 2: Pedir disculpas: pero es importante pedirlas de corazón. Es fácil darse cuenta de cuando se trata de una disculpa vacía cuando lo oyen. Una verdadera disculpa no es “Lo siento sé que estás molesto». Una verdadera y auténtica disculpa es aquella en la que se dice “Lo siento, porque mi mala acción (o palabras) te han causado daño. Reconozco que sientes dolor debido a lo que hice (o dije)».
- Paso 3. Si quieres ser perdonado, pregunta cómo enmendar el error: si la otra persona ve que tienes buena intención y deseos de solucionar lo ocurrido, es mucho más probable que te ofrezca su perdón, pues verá que hay un sincero arrepentimiento.
- Paso 4: Practica: no te ocultes bajo una capa de orgullo, pues el orgullo es una carga muy pesada. Si has dicho o hecho algo ofensivo, discúlpate, y hazlo en todas las ocasiones que debas hacerlo, no lo postergues. Toda habilidad puede ser cultivada.