
La necesidad de agradar
Agradar es una actitud grata para todas las personas, ya que desplegamos amabilidad en las relaciones sociales y conseguimos percibir la valoración positiva de los demás.
Pero como todo en la vida la cuestión está en el grado en que nos guste agradar porque, si es una actitud y conducta excesivas de búsqueda de la aprobación y agrado de los demás, podemos caer en una dependencia emocional que suponga dar el control de nuestro bienestar emocional a otras personas en vez de a nosotros mismos. Ya nos decía el filósofo griego Aristóteles que toda virtud se encuentra en los términos medios de mesura. Por tanto si la amabilidad es una virtud deberemos desplegarla en esos términos.
Actualmente, con el desarrollo de las denominadas redes sociales esa exposición y deseo de aprobación social excesiva, puede mostrarse como una angustiosa necesitad o adicción al like o me gusta, de la propia imagen que mostramos a los demás en esas redes sociales tanto interactivas y virtuales como en las presenciales.
Si nos paramos a analizar esa angustia a la pérdida de aprobación de los demás, que genera una necesidad adictiva de aprobación social, podemos encontrar un origen en nuestros primeros años de vida cuando nuestras necesidades básicas dependían totalmente de las personas que nos cuidaban y educaban y que, por ello teníamos miedo de perder su favor y las graves consecuencias consiguientes que podían tener para nosotros en el desarrollo y confianza psicosocial.
El desarrollo psicosocial
El afamado psicoanalista Erik Erikson publicó en 1950, un libro titulado La niñez y la sociedad. En el que incluyó un capítulo sobre Las 8 edades del hombre. Posteriormente en 1982 escribió El ciclo de vida completo: una revisión.
Erikson consideró que el desarrollo de nuestra personalidad está influenciada por el afrontamiento de ciertos momentos evolutivos socialmente críticos a lo largo de ocho diferentes etapas de nuestro desarrollo psicosocial. Las primeras cuatro etapas están situadas en la infancia y las siguientes cuatro etapas de desarrollo psicosocial desde la adolescencia hasta el periodo adulto.