
La pereza, ¿puede ser un síntoma de algo más?
Qué es la pereza
La pereza es un concepto que levanta muchas suspicacias. Por un lado, algunas persona no sienten malestar por quedarse de vez en cuando en casa sin hacer nada; pero por otro lado, una gran mayoría de personas sienten incomodidad y una sensación de pérdida de tiempo si se quedan sin realizar algo productivo. Incluso en sus ratos libres, disfrazan la productividad de hobby, por ejemplo, el que hacer cursos para aumentar su CV, el que hace deporte para estar más fuerte, etc. Es decir, «hacer nada» sin objetivo productivo, no solo está mal visto, sino que nos inquieta y lo evitamos.
Reflexiones sobre la pereza
El profesor del Instituto Químico de Sarrià, Oriol Quintana, ha publicado un ensayo cuyo título es «La pereza», cuya hipótesis apunta a que la pereza podría revelar nuestras motivaciones reales y que podría ser un instrumento de discernimiento que no deberíamos obviar. Quintana ha creado el concepto de «Tribunal Superior de Pereza» y aconseja que lo escuchemos de vez en cuando porque puede ayudarnos a decidir si algo realmente nos conviene.
Nuestra imagen idealizada
Una de las líneas que defiende Quintana, es que podemos llegar a sentir pereza porque nos hemos creado una imagen muy idealizada de nuestra vida y de nosotros mismos y después cuesta mucho mantenerla. Cuando cristalizamos una forma de ser tanto para nosotros como para los demás, el mantener este estatus puede darnos pereza. Por ejemplo, si queremos estar fuertes podemos obligarnos a ir al gimnasio, pero al poco tiempo es posible que empecemos a sentir una pereza enorme y lo abandonemos. Si queremos aparentar delante de los demás un estilo de vida que no es el real, mantener esa imagen puede llevar a situaciones de pereza.
Otro ejemplo sería de aquellas personas que una vez que acaban de estudiar la carrera siguen estudiando con el objetivo de que los demás vean que no cesan en su formación. Muchas personas sí lo hacen por aprender y por mejorar, pero otros pueden hacerlo solo por mera apariencia. De este modo, todo aquello que hagamos sin una motivación intrínseca, puede acabar por darnos mucha pereza. Si estudio un máster para poder decir que tengo un máster y mantener un prestigio, me dará mucha más pereza hacerlo que si lo hago por motivación intrínseca y por aprender más.
Pero, ¿qué ocurre? Si alguien vive a 20 kilómetros de casa y viene a vernos, cuando se marcha, en lugar de dejar que se vaya en tren o en autobús (en caso de que se pueda coger), podemos empeñarnos en llevarlo en coche a pesar de sentir una pereza enorme.
La pereza necesaria
Desde la psicología, se aboga por saber disfrutar del no hacer nada. En muchas ocasiones llegamos a casa por la tarde-noche después de un día muy ajetreado y nos da pereza hasta movernos del sofá. Es importante reflexionar sobre el estilo tan estresante que llevamos.