La tacañería se olvida y se cambia por recuerdos de generosidad

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Los tacaños cambian sus recuerdos

Desde la Universidad de Yale y desde la de Zurich han parecido querer dar respuesta a esta distorsión del recuerdo. ¿Por qué los tacaños cambian su versión sobre sí mismos y se exponen como más generosos? Molly Crocket, de la Universidad de Yale y autora principal de la investigación asegura que «cuando nos comportamos de forma que no cumplimos con nuestras normas personales, una manera en la que mantenemos nuestra imagen moral es recordando erróneamente nuestros lapsus éticos». Es decir, cuando rompemos con la autoimagen que nos gusta tener de nosotros mismos, solemos autoengañarnos para cubrir esos «fallos». Así pues, si hemos sido tacaños pero no nos consideramos como tal, nos autoengañaremos y nos recordaremos como más generosos.

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El experimento

Para comprobar la distorsión y el autoengaño en el recuerdo, se llevó a cabo un experimento. Los investigadores «prestaron» a los sujetos experimentales una gran suma de dinero. La instrucción que se les dio fue que decidieran cuánto querían conservar para ellos y cuánto querían dar a gente anónima. Durante un espacio de tiempo, los sujetos respondieron a una serie de preguntas hasta que se les pidió que recordasen la cantidad de dinero que le habían dado a los sujetos anónimos. Además, se les recompensaría con dinero real si recordaban sus decisiones con precisión. La sorpresa de los investigadores fue que incluso con una motivación económica, los sujetos que mostraron más tacañería, tendían a recordar haber ofrecido más dinero del que realmente habían dado.

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Tacañería e imagen moral

La imagen que queremos ofrecer a los demás depende mucho del contexto sociocultural en el que vivamos. En este punto es importante señalar que esa imagen que ofrecemos a los demás también queremos ofrecérnosla a nosotros mismos. En este caso, vivimos en una sociedad en la que está bien visto ser generoso y mal visto ser tacaño. De esta forma, querremos convencernos de que somos generosos y ofrecer esta imagen sobre nosotros a los demás. Intentaremos que nuestra imagen moral esté acorde con los patrones establecidos como correctos.

Los autores destacan que esta forma de recuerdo distorsionado sólo se dio en los tacaños. Los sujetos que se comportaban de forma generosa con aquellas personas que no conocían sí recordaban su comportamiento con más precisión. Ryan Carlson, de la Universidad de Yale, destaca que «la mayoría de la gente se esfuerza por mantener comportamientos éticos, pero a veces no defienden sus ideales». El autor añade que «en estos casos, el deseo de conservar una imagen moral personal puede representar una fuerza poderosa y no sólo nos puede motivar a racionalizar nuestras acciones poco éticas, sino también puede llevar a que revisemos esas acciones en nuestra memoria«.

Tacañería y disonancia cognitiva

La disonancia cognitiva se produce cuando nuestras creencias y nuestras acciones no están en consecuencia. Por ejemplo, si pensamos que somos generosos y tenemos la oportunidad de serlo y no lo somos, se producirá en nosotros una disonancia cognitiva. Este tipo de disonancia puede tener varios efectos. Como indica Ovejero (1993)en primer lugar intentaremos justificarnos, por ejemplo, podemos pensar: «a saber en qué se iba a gastar el dinero esa persona», «dejaría propina pero el camarero ha sido antipático», «le dejaría dinero pero seguro que después me pide más y más»… Sin embargo, si estas afirmaciones no logran convencernos de que no somos tacaños, comienza a notarse de un modo más palpable la disonancia cognitiva y nos sentimos incómodos.

Como destaca Ovejero, «hay personas que no siempre tienen la misma suerte en racionalizar sus inconsistencias. Por una o por otra razón, los intentos para conseguir la consistencia pueden fracasar. Entonces, sencillamente, lo que pasa es que la inconsistencia sigue existiendo. En estas circunstancias -es decir, ante una incoherencia así-, hay una incomodidad psicológica»De esta forma, observamos que ante una

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