
Las consecuencias de tener una madre controladora
Características de una madre controladora
Al igual que las madres narcisistas, las madres muy controladoras ven a sus hijos/as como extensiones de sí mismas más que como seres individuales con propia voluntad sobre sus vidas. Son personas que proyectan sus necesidades en sus hijos, cuyas vidas son para ellas un reflejo de sus motivaciones, ambiciones y anhelos.
Las madres muy controladoras suelen afirmar que actúan como tal porque así es cómo se debe hacer, a veces motivadas por un patrón de comportamiento aprendido en sus propios hogares a través del cual se llega a creer que esta forma de actuar es la adecuada. Pueden creer que lo hacen por el “bien” de los hijos. Sin embargo, las consecuencias son completamente contrarias. Este tipo de comportamientos también pueden suceder cuando la madre sufre un grave estado de ansiedad y estrés y aunque sus intenciones no sean malas en un principio, los errores que cometen pueden tener efectos negativos en las vidas de los hijos.
Comportamientos de las madres controladoras
Algunos de los comportamientos más usuales que se dan entre las relaciones de madres controladoras y sus hijos son:
Invasión constante de la privacidad de los hijos
Leer diarios constantemente, abrir emails, cartas, libros, escuchar llamadas de teléfono e incluso rebuscar en la basura buscando algún indicio de “mal comportamiento”. Estas conductas son usualmente descritas por personas cuyas madres controlaban hasta el último detalle de sus vidas. La falta de respeto a intimidad no tiene límites y esto es muy destructivo para la autoestima de los jóvenes y niños que terminan sintiéndose como personas sin espacio propio ni derecho a la propia intimidad.
Presión y búsqueda de la perfección
Las comparaciones constantes con conocidos más exitosos fomentando la competitividad de los hijos es otro signo claro de padres que presionan a los hijos para controlarlos a su antojo. Este tipo de madres no motivan a los hijos a conseguir sus propios sueños sino a seguir sus pautas, desmereciéndolos cuando no llegan a lograr ciertos objetivos que ellas mismas han estipulado y anulando sus propias personalidades para que encajen con lo que ellas dictan.
La constante crítica y la falta de autocrítica
Las madres controladoras nunca se muestran satisfechas con lo que sus hijos hacen o consiguen. La lucha por agradarlas es constante y se convierte en una frustración profunda en los hijos, que hagan lo que hagan se sienten no válidos ante los demás. Además de esta crítica constante que continúa incluso cuando los hijos están ya en etapas adultas, las madres que usualmente muestran este comportamiento, no son proclives a hacer autocrítica. Normalmente actúan como si siempre tuvieran razón, sin reconocer jamás una equivocación.
El uso de la manipulación como arma
Las madres controladoras suelen utilizar estrategias basadas en la manipulación de las emociones para conseguir sus objetivos. Conseguir que los hijos se sientan culpables sin no actúan tal y como ellas desean es algo bastante común y suele conseguir que los niños se conviertan en personas con sentimientos de culpabilidad. Además, el uso de mentiras y planes para conseguir que el hijo o la hija no siga un camino concreto es algo muy usual.