Los beneficios psicológicos de los abrazos
Abrazar es un acto terapéutico que nos beneficia de diversas maneras, tanto a nivel físico como psicológico. El abrazo es un gesto muy común en el que a menudo no solemos reparar. Todos sentimos los efectos reconfortantes inmediatos que tienen los abrazos, pero no solemos ser conscientes de los frutos positivos que podemos obtener y transmitir con el simple gesto de abrazar a los demás.
Esto no es solo una creencia popular, sino que diferentes estudios experimentales respaldan las consecuencias positivas que los abrazos tienen en nuestra salud. Aquí explicamos muchos de los beneficios provechosos que los abrazos tienen en nuestro bienestar físico y mental.
Los beneficios fisiológicos de los abrazos
Los abrazos consiguen aumentar los niveles de oxitocina, también conocida como la “hormona de la felicidad”, una hormona cuyos efectos en el sistema nervioso se relacionan con sentimientos de felicidad y calma. Además, esta hormona contribuye al decremento de la hormona del estrés, el cortisol, consiguiendo bajar la presión sanguínea y ayudando a una mejor regulación de nuestro sistema circulatorio.
Además, los abrazos consiguen elevar los niveles de serotonina, un neurotransmisor muy implicado en nuestro estado de ánimo. Bajos niveles de serotonina son, por ejemplo, asociados a estados de depresión y a otros trastornos psicológicos; la fuerza de un simple abrazo puede contribuir a elevar sus niveles y a mantenernos en un mejor estado emocional.
Podemos fortalecer nuestro sistema inmunológico gracias a los abrazos. En un estudio llevado a cabo en 2015 por la Carnegie Mellon University sobre los beneficios de los abrazos, se comprobó que, de entre 404 adultos sanos, aquellos que más eran abrazados y sentían más sentimientos positivos gracias a ello, tendían a ser menos susceptibles a contagiarse de un resfriado común que aquellos que no eran abrazados. Algunos expertos atribuyen esta consecuencia a los beneficios positivos que los abrazos tienen a la hora de decrementar el estrés, lo que contribuye a la mejora del sistema inmune.
Abrazar es, además, una buena forma de relajar nuestros músculos y aliviar tensiones. Esto ayuda a calmar los dolores corporales que podemos sufrir ya que mejoran la circulación en los tejidos blandos.
Los beneficios psicológicos de los abrazos
Los abrazos aumentan nuestra sensación de confianza y seguridad; consiguen que nos sintamos apoyados y protegidos por los demás y nos hacen ver el mundo como un lugar más placentero y menos hostil, reduciendo las sensaciones de soledad y malestar emocional.
Como hemos mencionado arriba, los niveles de oxitocina o serotonina tienden a subir, consiguiendo una sensación de mayor relajación y menor estrés. Además, contribuyen a mejorar nuestro humor cuando hemos tenido un mal día o cuando sentimos que nuestros problemas nos sobrepasan.
Con la ayuda de un abrazo, podemos potenciar nuestra autoestima, ya que esto nos hace sentirnos especiales y amados por los nuestros seres queridos desde etapas muy tempranas de nuestras vidas. Además, cuanto más abrazados somos, más sensación de amor por nosotros mismos solemos desarrollar.
Los beneficios sociales de abrazar a los demás
Socialmente, los abrazos son un símbolo de amistad, cariño y amor. Es una muestra de cercanía y confianza que nos conecta más a las personas que tenemos alrededor y que sirve como modo de afianzar nuestras relaciones e incluso como forma de sellar etapas pasadas, siendo también un símbolo de reconciliación. En el mismo estudio del que hablábamos anteriormente, se comprobó como aquellos adultos que fueron abrazados más frecuentemente se sentían menos aislados y más apoyados socialmente.
La importancia de abrazar a los bebés es determinante para su desarrollo. Según algunos estudios, los bebés que no tienen apenas contacto físico pueden sufrir graves consecuencias en su salud, mientras que tocar y abrazar a nuestros bebés desde las etapas más tempranas promueve su bienestar físico y emocional.
En las sociedades actuales, solemos evitar cada vez más el contacto físico. La expresión de nuestras emociones es algo que no se refuerza hoy en día y conforme vamos dejando atrás la infancia y nos convertimos en adultos, dejamos de abrazar o incluso tocar tanto a los demás. El contacto físico con otras personas puede llegar a resultarnos incómodo o incluso un símbolo de debilidad. Quizás sea momento de romper estas barreras y acabar con estos prejuicios, extender los brazos y abrazar más y más fuerte a nuestros seres queridos.