Por qué el tiempo pasa más deprisa a medida que envejecemos

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Resulta un hecho curioso que a medida que envejecemos, nuestra percepción del tiempo parece acelerarse, haciendo que los años parezcan pasar más deprisa y los días largos y sin fin de la infancia dan paso a días, meses y años que parecen pasar en un abrir y cerrar de ojos.

Este fenómeno, aunque bien documentado, no tiene una causa clara, pero a lo largo de los años han surgido distintas teorías que intentan explicarlo.

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Las distintas teorías

Existen distintas teorías que intentan explicar por qué ocurre este fenómeno. Una de las más populares es la teoría de la proporción, que se basa en la idea de que nuestra percepción del tiempo está relacionada con la proporción que cada período de tiempo representa en relación con nuestra vida total. Cuando somos jóvenes, cada año, cada mes, o incluso cada día, es una proporción significativa de nuestra vida total. Por ejemplo, para un niño de cinco años, un año es una quinta parte de su vida total, una proporción considerable, que puede hacer que el tiempo parezca pasar más lentamente.

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Sin embargo, a medida que envejecemos, cada período de tiempo se convierte en una proporción cada vez menor de nuestra vida total, para alguien de cincuenta años, un año es solo el dos por ciento de su vida total, una proporción mucho más pequeña que hace que el tiempo parezca pasar más rápido, así, a medida que envejecemos, cada año se convierte en una proporción cada vez menor de nuestra vida total, lo que hace que el tiempo parezca acelerarse.

Otra teoría que intenta explicar esto es la de la novedad y la rutina, que se basa en la idea de que nuestro cerebro procesa y almacena las experiencias nuevas y novedosas de manera más detallada que las experiencias rutinarias y familiares. Cuando somos jóvenes, muchas de nuestras experiencias son nuevas y novedosas, por lo que nuestro cerebro procesa y almacena estas experiencias nuevas con gran detalle, lo que puede hacer que el tiempo parezca pasar más lentamente.

Sin embargo, a medida que envejecemos, tenemos menos experiencias nuevas y más experiencias rutinarias, y nuestro cerebro no procesa ni almacena estas experiencias rutinarias con tanto detalle, lo que puede provocar que el tiempo parezca pasar más rápido.

Una tercera teoría para explicar este fenómeno es la de la atención y la memoria, que sugiere que nuestra percepción del tiempo puede estar relacionada con nuestra atención y nuestra memoria, y a medida que envejecemos, ambas pueden deteriorarse, de manera que si no prestamos tanta atención a lo que está sucediendo a nuestro alrededor, o si no recordamos mucho de lo que sucedió durante un período de tiempo, podemos sentir que ese tiempo pasó rápidamente.

Otra hipótesis no tan extendida hacen referencia al hecho de que los niños pequeños tienen ritmos cardíacos y respiratorios más rápidos que los adultos, por lo que es probable que las oscilaciones y ritmos electro-físicos de sus cerebros también ocurran más rápido. Igual que el ritmo del corazón se ralentiza a medida que los niños crecen, es posible que el cerebro tenga un «marcapasos» que se ralentiza a medida que las personas envejecen, y este «metrónomo neural» proporcionaría una sensación interna del paso del tiempo.

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En general, la percepción del tiempo es un fenómeno que está influenciado por muchos factores: nuestra salud física y mental, nuestro nivel de atención y concentración, nuestras experiencias y expectativas, todos pueden jugar un papel en cómo percibimos el tiempo.

Además, nuestra percepción del tiempo puede cambiar en diferentes contextos y en diferentes momentos de nuestras vidas, por ejemplo, cuando estamos concentrados en una tarea o disfrutando de una actividad, el tiempo puede parecer pasar rápidamente, mientras que si estamos aburridos o esperando algo, el tiempo puede parecer ralentizarse, igual que cuando estamos en un estado de estrés o ansiedad, el tiempo puede parecer acelerarse, mientras que cuando estamos en un estado de calma y relajación, el tiempo puede parecer ralentizarse.

Nuestra percepción del tiempo también puede verse influenciada por nuestras expectativas y anticipaciones, así, si estamos esperando con ansias un evento futuro, el tiempo puede parecer pasar lentamente, mientras que si tememos la llegada de un evento futuro, el tiempo puede parecer acelerarse.

El punto de vista de la física

El físico Adrian Bejan, del Departamento de Ingeniería Mecánica y Ciencia de Materiales de la Universidad de Duke, en Carlina del norte, ofrece una explicación a este fenómeno basada en la física. Bejan considera que tenemos la percepción de que algunos días parecen pasar más lentamente que otros, estos días «más lentos» suelen estar llenos de productividad, eventos y recuerdos de lo que sucedió.

El estudio argumenta que la base física de estas observaciones es que el tiempo medible, o «tiempo de reloj», no es el mismo que el tiempo percibido por la mente humana, la mente percibe el tiempo a través de una secuencia de imágenes, que son alimentadas por estímulos de los órganos sensoriales, y a medida que envejecemos, la tasa a la que percibimos estos cambios en estas imágenes mentales disminuye debido a factores físicos que cambian o se deterioran con la edad, como la frecuencia o la velocidad de los movimientos oculares sacádicos (utilizados para localizar las partes importantes de una escena), el propio tamaño del cuerpo y la degradación de las vías sensoriales.

 

 

Las entradas sensoriales que viajan al cuerpo humano para convertirse en imágenes mentales, (los ‘reflejos’ de la realidad en la mente humana), no son continuos, sino que son intermitentes, es decir que ocurren en ciertos intervalos de tiempo, y deben recorrer la longitud del cuerpo desde el punto donde se originan hasta el cerebro a una cierta velocidad.

En el caso de la visión, este tiempo sería el intervalo de tiempo entre sacádicas sucesivas (que son los movimientos oculares para buscar partes interesantes de la escena y construir un mapa mental de ella). Por lo tanto, el tiempo necesario para que una imagen viaje desde un órgano sensorial hasta la corteza cerebral para su procesamiento dependerá de la longitud del cuerpo y de la velocidad de transmisión mencionada.

A lo largo de la vida, la longitud del cuerpo aumenta de forma proporcional a la masa corporal, y además, la longitud de la ruta neuronal para que una señal llegue a un punto en la corteza cerebral aumenta a medida que el cerebro crece y la complejidad de las rutas neuronales aumenta

Al mismo tiempo, la velocidad de transmisión de las señales sensoriales disminuye debido al envejecimiento y a la degradación de las rutas nerviosas de transmisión de la información y estos dos efectos combinados provocan que el tiempo de generación de una imagen mental aumente de forma constante durante la vida del individuo, por lo que la frecuencia de generación de las imágenes mentales disminuye

La conclusión de este fenómeno es que hay más imágenes mentales registradas de la juventud en un mismo periodo de tiempo, y por lo tanto, la ‘velocidad’ del paso del tiempo percibido por la mente humana aumenta a lo largo de la vida, ya que la frecuencia a la que el reloj hace ‘tic-tac’ durante un cambio en la imagen mental aumenta con la edad.

Desde la perspectiva de la física, el tiempo representa cambios percibidos en los estímulos, como las imágenes visuales, y la mente humana percibe la realidad a través de imágenes que ocurren a medida que los estímulos visuales llegan a la corteza, por lo que la mente siente un «cambio de tiempo» cuando la imagen percibida cambia, sin embargo, el «tiempo del reloj» que une a todo el universo no es el mismo que el «tiempo de la mente».

Cómo ralentizar nuestra percepción del tiempo

Aunque no podemos ralentizar el tiempo, sí hay algunos trucos que podemos aplicar para sentir que se mueve un poco más despacio, como por ejemplo experimentar cosas nuevas y fuera de nuestra rutina habitual puede ayudar a que el tiempo parezca pasar más lentamente, esto se debe a que estas experiencias requieren que nuestro cerebro procese más información y, por lo tanto, perciba que el tiempo se está moviendo más lentamente.

Además, el descanso y la recuperación también juegan un papel importante en nuestra percepción del tiempo, los días en los que estamos descansados y llenos de energía parecen pasar más lentamente porque somos más productivos y tenemos más recuerdos de lo que sucedió, mientras que la falta de descanso puede hacer que nos perdamos de momentos importantes y que el tiempo parezca pasar más rápido.

La fatiga y la falta de descanso afectan nuestra percepción del tiempo, y os atletas y los estudiantes, por ejemplo, pueden notar que el tiempo parece pasar más rápido cuando están cansados o no han dormido lo suficiente.

La tecnología y las redes sociales también afectan a nuestra percepción del tiempo, muchos jóvenes experimentan distorsiones del tiempo debido al exceso de tiempo que pasan en las redes sociales, lo que puede tener consecuencias graves, que van desde la privación del sueño hasta cambios de humor y trastornos mentales.

En definitiva, podemos concluir que aunque el tiempo es un fenómeno constante y universal, nuestra percepción de él es subjetiva y cambia a medida que envejecemos, y aunque no podemos controlar el paso del tiempo, tenemos cierto control sobre cómo lo experimentamos, al introducir nuevas experiencias en nuestra vida, descansar adecuadamente y estar plenamente presentes en el momento, podemos hacer que el tiempo parezca pasar un poco más despacio.

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