Preservarse, ponerse a salvo…
(Preservar: proteger de un daño o peligro. Poner a cubierto. Resguardar anticipadamente con el objeto de evitar un eventual perjuicio o deterioro)
En mi opinión, este es un asunto de una importancia real y grande al que no se le presta la atención que se merece.
NO DEJAR QUE ALGO EXTERNO Y PASAJERO haga tambalear el centro personal que debiera permanecer inafectable. Conviene conocer nuestros sentimientos y conocernos. Saber y utilizar el modo correcto de ver las cosas para no permitir que los otros, con sus palabras o sus hechos, afecten a nuestra estabilidad personal y emocional. Lo que opinen o piensen los otros son solamente sus opiniones y pensamientos –que, además, pueden ser expresamente malintencionados- así que no es conveniente dejar que eso nos desestabilice.
CUIDARSE, PARA EVITAR SUFRIR INNECESARIAMENTE. Mirar por la propia salud emocional y psicológica. No permitir que se alteren innecesaria e injustificadamente. Es bueno evitarnos todas las desestabilizaciones que nos vengan de fuera. Hay que valorar con ecuanimidad y justicia las cosas que nos suceden, para no permitir que se magnifiquen con el consiguiente daño que nos producen.
NO PERMITIR RECIBIR DAÑO. Y en esto hay que ser irreductible. Ningún daño infundado o inútil. En realidad, ningún daño. Vigilar atentamente dónde está el origen cuando sintamos alguna sensación molesta o dolorosa. ¿Por qué ese dolor? y ¿Para qué ese dolor? Y si no una hay razón contundente, deshacerse de ello.
DESCARTAR EL DOLOR EMOTIVO. Y no me refiero a amputarse los sentimientos ni a extirparse el corazón, sino a aprender a controlar que los hechos ajenos -de los que no somos responsables- no nos pasen factura. Que los otros, con sus hechos o sus palabras, no nos hagan sentirnos mal. Algo así como inmunizarse frente a lo que nos hagan desde fuera. Eso sí, conviene estar atentos por si tienen razón en eso que nos hacen ver y que nos duele…
VIGILAR EL EGO. El ego, en la mayoría de los casos, es el responsable de interpretar lo que nos viene de fuera y hacer de ello un drama. Si algo nos duele o nos hiere… ¿A quién le duele?, ¿A quién le hiere? El que se ofende es el ego, porque el Ser está por encima de esos juicios, es grande y no se siente afectado por esas cosas que son, a largo plazo y en muchos casos -pero no en todos- nimiedades. ¡Cuántas veces hemos visto una vez pasado el tiempo que aquella reacción de rabia o enojo por nuestra parte fue desproporcionada¡ Es el ego el que resulta herido pero nos hace pagar a nosotros su rabieta.