Quejarse constantemente atrofia el cerebro, según la ciencia
Las quejas y su relación con la salud
Por lo general, se entiende que una queja un sentimiento de desagrado que se experimenta ante una situación o persona. Por ejemplo, si vamos a un restaurante y los meseros nos ignoran, son groseros y nos traen la comida fría, seguramente sentiríamos disgusto. A esa sensación de molestia podríamos denominarla una queja y es común que las personas expresen estas quejas con otros.
También podríamos decir que quejarse es un comportamiento común en las sociedades humanas. Las quejas pueden ir desde cosas simples como el servicio en una tienda hasta temas más complejos como las dinámicas sociales. Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos quejado sobre algo pequeño o grande. De hecho, exponer nuestro disgusto es un acto catártico que nos permite liberarnos de esas emociones.
Sin embargo, hay personas que tienen la costumbre de quejarse de manera constante acerca de casi todo. Cuando tenemos una conversación con alguien así, pudiera darnos la impresión de que no disfruta nada en su vida. Todo lo que escuchamos son cosas como “me molesta…”, “no me gusta…”, “de verdad detesto cuando…”. Incluso en una situación muy agradable, es probable que ellos encuentren algún problema que según ellos arruina toda la experiencia.
Siguiendo esta línea, un trabajo realizado en la Universidad de Stanford explica que quejarse constantemente atrofia el cerebro. De hecho, no solo quienes se quejan pueden sufrir deterioro, también aquellos que se exponen a las quejas de otros. Las consecuencias de las quejas sobre el cerebro no se limitan a las capacidades cognitivas, sino también a la salud emocional.
El estudio de Stanford
Para llegar a la conclusión anterior, un equipo de investigadores de Stanford usó imágenes de resonancia magnética. Su objetivo era comprobar la relación entre experiencias estresantes, hormonas de estrés y reducción del tamaño del hipocampo.
Recordemos que el estrés es una reacción fisiológica de nuestro organismo que se activa en situaciones que el cerebro percibe como peligrosas o amenazantes. Por ejemplo, si estamos delante de un animal salvaje y agresivo, nuestro cerebro percibirá el peligro y prepara al cuerpo para responder. En este caso, se liberan una serie de sustancias en nuestro cuerpo que nos ayudan a huir o luchar contra la amenaza. La más conocida de estas hormonas es el cortisol, también llamada “hormona del estrés”.
Dentro de situaciones como estas, es posible afirmar que el estrés es natural y necesario para que el cuerpo pueda afrontar las demandas del entorno. El problema ocurre cuando esta respuesta de estrés se vuelve una situación frecuente por cualquier motivo. Esta es precisamente la razón por la cual quejarse constantemente atrofia el cerebro según los investigadores.
En este sentido, el cerebro percibe las quejas como una situación problemática y, por ende, estresante. Como consecuencia, se liberan hormonas para lidiar con el estrés en nuestro organismo de manera continua.
Además, el Dr. Travis Bradberry, autor de How Complaining Rewires Your Brain For Negativity explica que las quejas frecuentes reconfiguran el cerebro. Según el experto, el cerebro se ajusta con el fin de anticipar futuras quejas con mayor rapidez. En otras palabras, quejarse se vuelve el comportamiento “normal” de una persona porque su cerebro se adapta a estas.
30 minutos de quejas pueden ser perjudiciales para tu cerebro
Uno de los hallazgos más interesantes del estudio es que se demostró que no es necesario quejarse todo el día para verse perjudicado. En realidad, basta con 30 minutos de exposición a quejas durante el día para que tenga un impacto sobre nuestro cerebro.
Ahora bien, la evidencia científica no solo señala que quejarse constantemente atrofia el cerebro, también apunta a los beneficios de hacer lo contrario. Una investigación de Emmons y McCullough publicada en la Journal of Personality and Social Psychology explica que tener una actitud gratitud mejora el bienestar. De acuerdo con el estudio, aquellos que expresan gratitud con frecuencia, experimentan más emociones positivas que otros.
De lo anterior, podríamos decir que, no solo basta con dejar de quejarse para aumentar nuestro bienestar, sino también construir una actitud positiva. Eso no quiere decir que en el futuro no podamos experimentar ni expresar ningún tipo de desagrado. No obstante, debemos tener cuidado con que toda nuestra vida gire en torno a elaborar y comunicar quejas sobre cualquier cosa.
Así como podemos experimentar y expresar nuestras quejas sobre algo, también deberíamos tomarnos el tiempo de sentir y comunicar gratitud. Al hacerlo, reduciremos los niveles de estrés y tendremos sensaciones y emociones más agradables y positivas. Esto no solo es beneficioso para las funciones cognitivas, también lo es para la salud emocional general.
Por último, es importante mencionar que quejarse constantemente atrofia el cerebro y puede cambiar la forma en que otros te perciben. Si tenemos esta costumbre, los demás podrían pensar que somos personas muy negativas y evitar pasar tiempo con nosotros. A la larga, esto puede generar sentimientos de soledad y tristeza que empeoran la situación.