
Replanteando el concepto de riqueza con la fábula del pescador
Redefiniendo el concepto de riqueza
Es común imaginar a una persona de gran riqueza viviendo en una mansión extravagante con un extenso jardín, un conjunto de lujosos automóviles estacionados delante y, por supuesto, una pista de aterrizaje para su helicóptero privado. Nos la imaginamos cenando en los restaurantes más selectos, viajando a los rincones más exóticos del planeta y teniendo acceso a todo tipo de lujos que nuestra imaginación pueda concebir. Esta imagen es, sin duda, la versión idealizada de una persona rica, pero, ¿Es este el verdadero significado de ser rico?
Vamos a reflexionar por un momento, ¿Qué es la riqueza para ti?, a menudo, confundimos la riqueza con la posesión de dinero, y este error puede llevarnos a perseguirlo con tanta avidez que, incluso cuando finalmente lo obtenemos, nunca parece ser suficiente, ya que, a medida que acumulamos más y más dinero, nuestro estilo de vida y nuestros gastos se ajustan a la par, lo que resulta en la necesidad constante de más dinero para mantener y expandir nuestro creciente patrimonio, ¿pero es esto realmente riqueza, o es solo la ilusión de ser millonario?
Hay que tener en cuenta que la verdadera riqueza no es una mera acumulación de posesiones materiales, la verdadera riqueza está en la libertad de espacio, la calidad de vida, la paz interior… A medida que ajustamos nuestro estilo de vida a nuestras posesiones, a veces olvidamos esto y nos encontramos atrapados en una montaña rusa perpetua de querer y gastar, por lo que es necesario hacer una pausa, y optar por mantener un estilo de vida que nos permita disfrutar durante un tiempo más largo, teniendo más tiempo libre.
La fábula del pescador y el empresario
Hay una fábula que refleja muy bien el concepto de la riqueza, la fábula del pescador y el empresario:
Había una vez un pescador que vivía en un pequeño pueblo costero. Todos los días salía un rato a pescar y capturaba los peces suficientes para mantener a su familia. El resto delsu tiempo lo pasaba disfrutando de la vida, jugando con sus hijos y tocando la guitarra con sus amigos en la plaza del pueblo.
Un día, un empresario que estaba de vacaciones en el pueblo observó al pescador, e intrigado por su estilo de vida, el empresario le preguntó por qué no pasaba más tiempo pescando para poder vender los peces excedentes.
El pescador preguntó: «¿Y qué ganaría con eso?»
El empresario le explicó que podría ganar más dinero, lo que a su vez le permitiría comprar un bote más grande y capturar aún más peces, entonces podría tener suficientes ganancias para contratar a otros pescadores y expandir su negocio.
Nuevamente, el pescador preguntó: «¿Y qué ganaría con eso?»
El empresario dijo que eventualmente podría convertirse en un hombre muy rico y mudarse a una ciudad más grande, desde donde podría dirigir su creciente imperio de pesca.
Por tercera vez, el pescador preguntó: «¿Y qué ganaría con eso?»
El empresario respondió que una vez que fuera rico y poderoso, podría disfrutar de la vida, podría pasar tiempo jugando con sus hijos y tocar la guitarra con sus amigos.
El pescador sonrió y respondió: «Pero eso es exactamente lo que ya estoy haciendo.»
Esta fábula es frecuentemente utilizada para ilustrar la idea de que la riqueza y el éxito no siempre se miden en términos monetarios, a veces, la verdadera riqueza se encuentra en la simplicidad, la satisfacción y el tiempo que pasamos con las personas que amamos.