
Responsabilidad afectiva, ¿de qué se trata?
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Ser responsable afectivamente implica tener consciencia del impacto que puede tener lo que decimos y hacemos en otras personas al relacionarnos con ellas. Nuestro comportamiento tendrá siempre consecuencias sobre los demás, afectará su estado emocional y esto podría ser para bien o mal.
Estas ideas tienen como propósito desarrollar la madurez que se necesita para así poder asumir nuestras responsabilidades, corregir nuestros errores y lograr establecer vínculos más sanos y duraderos. Es sumamente necesario no ignorar la influencia que podemos llegar a tener sobre aquellos que se encuentran a nuestro alrededor.
Decir qué necesitamos, generar acuerdos y ser empáticos, son pilares de la responsabilidad afectiva. Se propone este concepto construir vínculos afectivos que promuevan la igualdad.
Ser responsable afectivamente en 7 pasos
Hasta aquí hemos definido a qué se refiere este concepto. Ahora, desde la teoría todo parece sencillo, pero ¿qué acciones podemos tomar para ser responsables afectivamente en nuestro día a día? Aquí les dejamos algunos tips para poder lograrlo.
- Comunicarnos de forma sincera: expresar nuestros sentimientos, también nuestro punto de vista en cualquier situación particular, ante actitudes o palabras de los demás. Decir lo que realmente sentimos y ser honestos con nosotros mismos es el primer paso para pedir honestidad en los demás.
- Reconocer el impacto de nuestros actos sobre las demás personas: palabras o silencio, actuar o dejar de actuar, toda decisión que tomemos impactará en cualquier persona con la que establecemos un vínculo. No implica culparnos por lo que les suceda a los demás ante lo que hacemos, sino más bien asumir responsabilidad por ello.
- Establecer límites: poner un freno, decir “hasta aquí y ya”. Trazar límites es fundamental al momento de buscar establecer relaciones sanas.
- Mostrarnos como realmente somos: desde un principio siempre deberíamos mostrar nuestro verdadero yo a los demás, sin cambiar nuestras maneras y actos por querer impresionar o agradar.
- Entender que los demás no son nuestra propiedad: respetar la integridad y decisiones de los otros.
- Revisar los errores propios: revisar aquello en lo que fallamos y ser responsables por las consecuencias de nuestros actos, para así tomar consciencia de qué fue lo que hirió a los demás, no repetirlo y reflexionar sobre ello.
- Trabajar la empatía: ponerse en el lugar del otro, comprender qué le sucede o por lo que está atravesando es fundamental al momento de intentar ser responsables afectivamente y pedir lo mismo a los demás.
Habiendo repasado qué deberíamos hacer para ser afectivamente responsables, podríamos también decir qué es lo que no se debe hacer si buscamos relaciones sanas y comprensivas.