Savoring, presente y gratitud
El savoring es un concepto que alude al estar presentes y sentir gratitud por las cosas buenas que el entorno ofrece.
Es un hecho que no se requiere de grandes sumas de dinero para poder incrementar las experiencias positivas y, por lo tanto, el bienestar. Pues, savoring, un concepto del psicólogo Fred Bryant y Joseph Veroff, surgió para enseñar cómo enfocar la atención en lo bueno del día a día.
Savoring, aumentar las experiencias positivas
Desde la Psicología Positiva cada vez surgen más técnicas para aprovechar el presente y aumentar la felicidad o el disfrute.
Entre las cartas, el diario y la visita de gratitud, propuestas por Seligman y Lyubomirsky, y la práctica de atención plena en actividades diarias, o minfulness, de Jon Kabat Zinn, ahora aparece esta novedosa técnica que aumenta la satisfacción personal.
El savoring, o saboreo del momento presente, también es otra de las técnicas recomendadas y actualmente es muy aplicada entre las llamadas técnicas de tercera generación.
Para las autoras Kayla A. Wilson y Annmarie MacNamara, en su estudio titulado: saborear el momento, aumento voluntario de la emoción positiva y la persistencia de este efecto a lo largo del tiempo, saborear es una técnica de regulación emocional que tiene como objetivo aumentar, mantener y profundizar la emoción positiva, razón por la cual se ha incorporado a varias intervenciones para tratar la ansiedad, la depresión y el dolor crónico. Según los resultados de su estudio, se valida el saborear como un medio efectivo y duradero para aumentar la emoción positiva.
Es decir, se ha demostrado que “saborear” puede ayudar a que la persona sienta menos ansiedad, se detengan las rumiaciones, la vergüenza y la culpa, al mismo tiempo que aumenta su optimismo y felicidad.
No obstante, aunque parece sencillo, es cierto que a muchas personas les cuesta porque su tendencia es experimentar lo contrario: recordar con más facilidad los eventos negativos, lo cual se conoce como sesgo de negatividad, denominado así por Paul Rozin y Edward Royzman.
Las vivencias son analizadas de forma inconsciente en búsqueda de posibles amenazas, y esto pudo ser útil en otros tiempos para sobrevivir mediante la lucha o la huida, pero hoy día este sesgo de negatividad puede sumir a la persona en una alerta constante, llenarle de miedo, ansiedad y hacer que su calidad de vida merme con las preocupaciones crónicas, junto a una visión premonitoria y oscura de la vida.
Lo positivo del savoring es que, incluso ante los problemas, esta técnica puede ser aplicada para conectar con factores gratificantes y aumentar el refuerzo positivo, lo cual permite disminuir el estrés y romper el vicioso círculo de la negatividad.
El Savoring vs mindfulness, principales diferencias
El savoring se puede aplicar cuando se disfruta de una taza de chocolate y se contempla con tranquilidad una puesta de sol, por ejemplo. La verdad es que la vida cotidiana brinda muchos aspectos positivos en los que se puede fijar la atención. Saborear es un acto deliberado para mejorar lo positivo y prolongar en el tiempo las buenas experiencias. Para ello, sería recomendable que todos los sentidos estén atentos, pero no a todos los estímulos, sino solo a aquellos positivos.
A diferencia del mindfulness¸ que consiste en fijarse en todos los hechos que se viven, sean buenos, malos o neutrales, sin juzgar, en el savoring se trata de mantener lo agradable.
Los escenarios en la naturaleza son ideales para encontrar armonía y disminuir el estrés. Con la atención plena se observa la naturaleza, atentos con todos los sentidos a los pensamientos o sentimientos que van surgiendo mientras se está allí, sentado. Se puede sentir tranquilidad o tal vez algo de tensión, pero se permite que todo lo que suceda siga allí, sin juzgarlo ni hacerle atribuciones, solo observando.
Lo que el mindfuless procura es que la persona no quede atrapada en detalles, sino que contemple la totalidad, tanto en el exterior como en el interior.
En cambio, con el savoring, se puede estar ante la misma escena, una puesta de sol, pero la persona se debe sumergir en todos los detalles que son bellos, como los sonidos, aromas y todo lo que se perciba que sea positivo. También se puede colocar el enfoque en un detalle positivo preciso, algo que haga sentir bien a la persona. Pudiese ser la gama de colores en un ave, en las hojas de los árboles si se está en otoño, el sonido de un río si lo hubiese, o en la forma en la que caen los rayos del sol.
La persona se debe sumergir en estos detalles y observar cualquier sentimiento positivo que se esté formando en el interior para disfrutarlo cabalmente, mientras saborea el entorno.
La emoción positiva nunca se debe perder de vista, sino que se debe almacenar en la memoria y disfrutarla; pero el saboreo no termina allí, ya que la persona puede concentrarse en otro detalle de la escena y seguir examinando sus sentimientos positivos.
Finalmente, Seligman hace mención de cinco recomendaciones que también Bryant y Veroff sugieren para disfrutar este saboreo, las cuales son: compartir la experiencia con otras personas significativas, guardar los recuerdos de ese momento, bien sea con fotografías, imágenes mentales o detalles físicos; elogiarse a sí mismo; agudizar los sentidos para concentrarse en unos detalles en lugar de otros, ya que no es posible abarcarlo todo, y ensimismarse, es decir, no pensar, solo sentir, permitiendo que la actividad envuelva a la persona.