Sobre la presencia, un compromiso con la vida

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Sobre la presencia

“Todo es presencia, todos los siglos son este presente”. Octavio Paz

Desde la antigüedad, específicamente con Platón, la presencia es un concepto muy estudiado. Estar presente puede suponer un compromiso profundo con la vida misma.

De acuerdo con el esbozo que presenta José Ferrater Mora en el Diccionario de Filosofía, la idea de presencia y de los entes presentes parece fundamental en el pensamiento griego, al menos en la opinión de Heidegger… La idea de presencia y de los entes presentes es tan básica que incluso se llega a hablar del Ser como presencia.

Más adelante, los filósofos cristianos vuelven a emplear el término con un sentido teológico, en relación con el debatido problema de la presencia, real o no, de Cristo en la Eucaristía. Otros autores también han expresado que la verdadera presencia equivale a eternidad. Así, el concepto se ha ido abriendo espacio en varias direcciones filosóficas. La noción de presencia ha llegado hasta la psicología humanista existencial, como una forma de ser que involucra todo el cuerpo y en la cual el sujeto está conectado con la vitalidad.

Hay varias formas en la que una persona puede estar presente, y no solo haciendo referencia a la posición que ocupa en un determinado espacio, pues hoy día se dice que alguien tiene presencia cuando es capaz de influir en otras personas.

En la corriente humanista existencial, estar presente entraña una experiencia en la cual la persona lleva una vida plena, en el sentido de que posee la capacidad y la voluntad de comprometerse con la vida. Se trata de una inmersión que conecta a la persona consigo misma y con los demás, con el mundo y con el misterio de la vida.

Se da un compromiso cuando hay un vínculo entre la mente, el cuerpo, la realidad y la espiritualidad de una persona. Es abrirse paso a la humanidad entera desde la propia encarnación.

El compromiso es esencial. Al respecto, el filósofo existencialista Jean Paul Sartre mencionó que se asume un compromiso cuando el acto es reflexivo, sin importar el contexto. Es decir, estar comprometido es estar presente, dedicarse con convicción y esfuerzo a un proyecto o idea. Por ejemplo, se dice que una persona está comprometida con su trabajo cuando se involucra con sus tareas, los valores y objetivos de la empresa, sintiendo pasión por lo que hace.

Estar presente es un reto

Pero no se trata solo de una tarea laboral, sino también de otra actividad en la cual se sienta pasión, como ser bailarina, por ejemplo, ya que esta artista, con cada movimiento, emana vitalidad desde lo profundo de las células de su cuerpo y lo irradia hacia el público.

En el campo de la terapia pudiese ser que algunos terapeutas no están presentes, sino que da la sensación de que “observan desde la orilla”. En cambio, en las sesiones humanistas, los terapeutas “nadan, se sumergen al río”, con su paciente. Es por ello que, estar presente supone un desafío y amerita sentir coraje, ya que se pueden experimentar diferentes emociones, bien sean estas positivas o difíciles de digerir.

Muchas personas se “protegen” y evitar estar presentes, ya sea en sus relaciones afectivas o en una sesión de terapia, por eso se dice que estar presente requiere de una actitud de apertura. Cada persona puede tomar conciencia de cómo se está protegiendo y qué le impide estar presente en un determinado momento o vivencia.

Por ende, estar presente es asumir un compromiso consigo mismo y con la vida, con los demás, con el mundo y con lo enigmático que pueda haber en la vida.

Ejercicio

Para iniciar una autoevaluación, se sugiere encontrar un momento y un lugar en el que haya silencio y tranquilidad, sin interrupciones y ser consciente de dónde se está presente o dónde se siente presente la persona, en la vida o con las relaciones con los demás, permitiéndose experimentar las emociones que aparezcan.

Acompañar el ejercicio de respiraciones lentas y preguntarse ¿dónde se está presente con todo el ser?, ¿en qué momentos hay compromisos con lo que se hace? Esto es fundamental para asumir la valentía que amerita el hecho de estar presente.

Si la persona se siente “desconectada” o reconoce no sentirse vinculada con algún aspecto de la vida, se sugiere tomar acompañamiento psicológico.

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