Teoría de la Selectividad Socioemocional de Carstensen

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Expectativas negativas sobre el envejecimiento

En el 2002, psicóloga Laura Carstensen, junto a Cara J. Rice y Corinna E. Löckenhoff publican un artículo científico acerca del envejecimiento. Este estudio, las autoras exploran la manera en que la cultura influye en la percepción del envejecimiento, moldeando las metas, motivaciones y expectativas personales sobre este periodo de la vida. Así, las investigadoras expresan que, de manera general, el adulto mayor suele ser visto de manera negativa y poco funcional. Esto tiene lugar tomando en cuenta que vivimos en una sociedad que prima la rapidez y la funcionalidad, considerando a las personas mayores como incapaces de cumplir con estos valores.

Aunque el comportamiento de una persona mayor suele ser considerado negativo para su entorno; realmente muchas de sus conductas son neutrales o positivas. Por ejemplo, una abuela que se quede en casa tiende ser percibida como una carga, pues se ve incapaz de aportar económicamente al núcleo familiar. No obstante, esta abuela termina encargándose de la mayoría de quehaceres del hogar, así como del cuidado de los nietos. Por tanto, aunque su comportamiento no esté alineado con la productividad excesiva que impone la sociedad, termina siendo un miembro útil en la misma.

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Qué es la teoría de la Selectividad Socioemocional de Carstensen

Tal como hemos mencionado, se tiende a representar al adulto mayor como un individuo disfuncional, cuyo rendimiento se ve mermado por la pérdida de capacidades a nivel físico y cognitivo. Asimismo, a nivel emocional, las teorías clásicas sobre el envejecimiento nos indican que, en esta época de la vida, disminuye el tamaño de las redes sociales porque se presenta mayor dificultad para relacionarse con otras personas. Incluso, un ejemplo de cómo se piensa la socialización en adultos mayores es la teoría de la desvinculación propuesta E. Cummings y W.E. Henry en el año 1961. En su estudio, se concluye que la disminución de contactos sociales era señal de una retirada adaptativa de los roles sociales, como preparación para la muerte

Es bien sabido que después de los 65 años, se presenta una disminución en el tamaño de las redes sociales, tasas mayores de convivencia generacional y un aumento de la probabilidad de dar y recibir cuidado. Sin embargo, los estudios presentados por Carstensen en los años 90 nos demuestran que esto no constituye un problema personal o una disminución de las capacidades sociales. De esta forma, esta autora presenta La Teoría de la Selectividad Socioemocional, en la cual explica que estos cambios son el resultado de las metas sociales presentes en esta época.

De acuerdo con Laura Carstensen, el adulto mayor se hace consciente de que su tiempo de vida se ve reducido, pero en vez entrar en un estado depresivo, aprende a valorar aquellos vínculos realmente importantes. Entonces, el adulto mayor no es un agente pasivo que se ve forzado a disminuir sus contactos por la dificultad para relacionarse. Más bien, se trata de un sujeto volitivo con metas bien definidas, por lo que sabe que intentar conocer personas nuevas sería perder el tiempo. En este sentido, en la vejez la persona es mucho más selectiva a nivel socioemocional porque prefiere pasar sus últimos años manteniendo relaciones verdaderamente significativas con quienes ya conoce.

Por si fuera poco, Carstensen indica que a mayor edad, se presenta un incremento en la capacidad de manejar las emociones. Al contrario de lo que se piensa, los adultos mayores tienen bajas probabilidades de desarrollar depresión; por lo que el decremento de vínculos sociales no estaría relacionado con la desregulación del estado de ánimo.

Redes sociales para cada periodo de la vida

Es importante destacar que, en cada periodo de la vida, la persona cambia no solo a nivel físico, sino también psicológicamente. Por este motivo, la manera en que se lleven las relaciones sociales debe aceptarse en cada etapa. Así, es probable que en la adolescencia el individuo muestre mayor tendencia a integrarse a grupos y sus pares se vuelvan lo primordial en su vida. Pero, al entrar en la adultez los rasgos de personalidad se vuelven relativamente estables. La mayoría de las personas se casa y tiene hijos, por lo que sus decisiones se basan principalmente en el bienestar de su nueva familia.

Ahora, cuando el sujeto entra en el periodo de envejecimiento, la búsqueda de significado en la vida asume una importancia central. Como consecuencia, el individuo no está tan abierto al exterior, sino que se interesa por su desarrollo espiritual. Entonces, deja de ser relevante construir nuevos vínculos y se vuelve más necesario apoyarse en la familia y amigos más cercanos.

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