Teoría del sufrimiento de Scheler
La teoría del sufrimiento de Scheler propone que cuando se vivencia una experiencia dolorosa, esta debe tener un sentido.
Max Scheler fue un filósofo alemán, quien dedicó gran parte de su vida al estudio de la ética y los valores humanos, sugiriendo que, quienes se encontraban ante al sufrimiento, tenían dos retos: el de descubrir el sentido profundo del mismo, y el de guardar silencio, contemplar y meditar.
La teoría del sufrimiento de Scheler
¿Se debe evitar el sufrimiento, o más bien encararlo como un camino que nos puede conducir a la plenitud?
Podría afirmarse que a nadie le gusta sufrir, sobre todo en una época en la que está de moda ser feliz, sonreír y vivir momentos llenos de alegría; se trata de un optimismo tóxico que aniquila una parte del ser humano: su capacidad de sentir dolor.
Sin embargo, la teoría del sufrimiento de Scheler no anula este sentimiento, sino que lo reconoce como una noción universal, vinculada con la idea del sacrificio. Por ello, el autor indica que: “todo sacrificio es siempre un sacrificio para algo; afrontar un mal sin objetivo, no tiene sentido. El para que alude siempre a un valor positivo de rango superior al valor sacrificado”.
Esto quiere decir que el sufrimiento existencial exige a cambio un sacrificio, un padecimiento que, aunque sea temporal, tiene el propósito de lograr un objetivo que es superior y valioso, pese a que Scheler no lo considera como un “cálculo de coste / beneficio”.
Dicho sacrificio supone una pérdida de placeres o de bienes, sin ninguna retribución, y una aceptación del dolor.
Para Scheler, el sufrimiento tiene una connotación catártica o heroica, llegando a señalar que su fin es el amor y la generosidad.
Así, señala que: “En el sacrificio del amor espiritual, la persona experimenta, en un mismo acto, la serenidad del amor y el dolor de perder el bien que por amor cede”. Scheler toma la idea de la purificación para establecer una conexión de la misma con el sufrimiento que se produce por el sacrificio espiritual.
En este sentido, Scheler observaba una relación entre el sacrificio y su finalidad con una noción cristiana. Sin embargo, hoy día el sacrificio es una idea que muchas personas rechazan, precisamente por la connotación cristiana del término, lo cual les hace tener la sensación de que el único sacrificio es en estos términos.
Actualmente las personas nos asustamos tremendamente ante el sufrimiento y el sacrificio tratando de evitarlo a toda costa; incluso, hay quienes consideran el sufrimiento como una anomalía que se adormece con placeres mayormente efímeros, en donde la persona sigue aquello que le gusta y evade lo que le causa displacer, asumiendo una moral hedonista que le puede llevar a una vida superficial.
De acuerdo con el autor Miramontes Felipe, en su estudio sobre el sentido del sufrimiento. Fundamentación filosófica de una terapéutica, Scheler aborda una postura filosófica ante el sufrimiento, para dirigirlo hacia una filosofía práctica, concluyendo que tanto Scheler como el autor Viktor Frankl hacen de la idea del sufrimiento humano un camino hacia el encuentro con el sentido de la vida de cada individuo.
Al afirmar que el sufrimiento tiene un sentido, se admite que tiene un propósito, un para qué, por lo que debe tener un acomodo en la existencia humana. Sin embargo cada propósito es único por lo que cada individuo debe descubrir, desde su existencia única, la justificación o el sentido de sus sufrimientos. Esto implica que el ser humano es un ser inacabado, es libre y elige mientras se conforma a sí mismo, siguiendo sus propias decisiones; además, debe estar abierto hacia algo diferente de sí mismo, al mundo, en actitud de entrega.
La doble vertiente del sufrimiento en Scheler
La teoría del sufrimiento de Scheler tiene una doble vertiente; por un lado, describir el sentido profundo y, por otro, describir los objetivos éticos con sus correspondientes técnicas psíquicas.
Scheler propone, para llevar a cabo un dominio del espíritu personal ante el sufrimiento, que el ser humano ejercite una técnica en la que desarrolle “el recogimiento en la unidad de la persona, el silencio, el aguante, la autorreflexión, contemplación y meditación”, para tonar su alma “tranquila, vigorosa, libre y dispuesta para la acción”.
Con ello, Scheler distingue al ser humano de los animales, ya que para los animales la finalidad es el fomento de la vida biológica, mientras que para el hombre lo importante es el perfeccionamiento, es decir, que el ser humano posee un estrato superior, propio e independiente, denominado lo espiritual.
Esta noción es importante en la teoría del sufrimiento de Scheler, pues allí, en lo espiritual, reside el amor auténtico que conduce a la verdadera felicidad humana y que se consigue por medio del sacrificio; Scheler desarrolla su teoría ética en la que propone los estratos de profundidad de los sentimientos, en los cuales el dolor y el sufrimiento son interpretados de diferentes formas, según el estrato al que se acuda.
Cuanta más profundidad exista entre la interpretación y la vivencia del sufrimiento, más cerca se estará con el hombre existencial, metafísico y religioso, es decir, con la persona espiritual, y no con el organismo meramente vivo, o el yo.
Scheler plantea tres estratos o modos de ser diferentes en el ser humano: el biológico, el psicológico y el espiritual. A cada uno de ellos le corresponde una instancia: el organismo, el yo y la persona, respectivamente.
La instancia del ser humano es la que brinda la posibilidad de actuar desde el ámbito espiritual, capaz de ejecutar actos de valor, morales y éticos. Solo desde la posibilidad de ser persona es que el sufrimiento cobra sentido, ya que permite la acción frente al sufrir humano, el asumir una postura, soportarlo con dignidad e incluso encontrar sentido al sufrimiento mediante el sacrificio.
Desde la teoría del sufrimiento de Scheler, el sentido del sufrimiento, entonces, proporciona al hombre un consuelo ante sus angustias existenciales, pero para descubrir el sentido se debe acudir a “las fuentes interiores que dan sentido al sufrir humano”, las cuales se pueden hallar solo en lo más profundo del hombre, en la dimensión espiritual, de donde surge la libertad y la responsabilidad, a esa fuente a la cual puede recurrir el hombre en sus más oscuros momentos.